80 años desde la instauración del gobierno procomunista de Petru Groza
Una de las fechas con un significado profundamente negativo en la historia de la Rumanía contemporánea fue el 6 de marzo de 1945.

Steliu Lambru, 10.03.2025, 17:00
Una de las fechas con un significado profundamente negativo en la historia de la Rumanía contemporánea fue el 6 de marzo de 1945. En ese momento, tras la presión del emisario soviético Andrei Vâșinski, se instaló un gobierno formado por el Frente Democrático Nacional, una alianza liderada por el Partido Comunista Rumano (PCR), gobierno presidido por el jurista Petru Groza.
Considerado por los historiadores como el ejecutivo más tóxico, el gobierno de Groza es responsable de la sovietización de Rumanía, de la transformación económica, política, social y cultural de un país libre y democrático a uno represivo y totalitario. A través de las medidas tomadas, el gobierno de Groza nacionalizó los medios de producción, varias instalaciones y viviendas privadas, modificó las leyes sobre el funcionamiento de las unidades económicas, abolió los partidos políticos y facilitó al poder judicial el encarcelamiento de cientos de miles de personas inocentes.
En febrero de 1945, grupos de comunistas iniciaron acciones de protesta contra el gobierno dirigido por el general Nicolae Rădescu con el fin de desestabilizarlo y crear una crisis artificial. El deterioro del clima político de la época fue presentado en 1976 por Constantin Vişoianu, ministro de Asuntos Exteriores de ese gobierno, en Radio Europa Libre. Vişoianu recuerda la forma en que Andrei Vâşinski impuso al rey Miguel I la destitución de Rădescu.
«En este ambiente y en medio de todo este alboroto, Vâşinski llegó a Bucarest el 26 de febrero de 1945. La Embajada Soviética me informó, como yo era en ese momento ministro de Asuntos Exteriores de Rumanía, que el señor Vâşinski quiere que el rey lo reciba al día siguiente. Aunque se trataba de una petición mal formulada, aconsejé al rey que aceptara. Al día siguiente tuvo lugar la primera audiencia de Vâşinski con el soberano, en la que yo también participé. Vâşinski comenzó a exponer lo que, en su opinión, significaba la situación en Rumanía en aquel momento, diciendo todo tipo de cosas falsas: que el gobierno no era suficientemente democrático, que no controlaba a las masas de ciudadanos, que no se esforzaba lo suficiente para mitigar las tensiones. Eran meros inventos, pero su tesis era que el gobierno no era lo suficientemente democrático y que había que cambiarlo. Pidió al rey que reemplazara al gobierno de Rădescu lo antes posible. Esta primera audiencia se llevó a cabo en un tono civilizado».
El rey trató de posponer el reemplazo de Rădescu para ganar tiempo. Pero Vâşinski no estaba dispuesto a esperar. Siguió una segunda visita, menos amable, descrita por Constantin Vişoianu.
«El 27 de febrero, Vâşinski volvió a pedir que el rey lo recibiera. Yo también estuve presente en esta audiencia. El tono de Vâşinski se volvió más brutal y declaró, en nombre de su gobierno, que la situación actual no podía continuar por más tiempo. “Su Majestad debe intervenir urgentemente y poner fin a este estado intolerable mediante el establecimiento de un gobierno más democrático”, comentó. Incluso exigió que el rey obligara inmediatamente a Rădescu a dimitir e instalara un gobierno más democrático. El rey le explicó que el gobierno era lo más democrático posible, ya que había representantes de los partidos más importantes, incluidos los comunistas, y que contaba con el apoyo de toda la nación rumana. Vâşinski respondió al rey que el gobierno de Rădescu no es democrático, sin aportar argumentos. Intervine y le expliqué a Vâşinski el mecanismo político y constitucional de Rumanía, diciéndole que nuestro rey es constitucional y que no puede nombrar a los miembros del gobierno, tarea que corresponde a los partidos políticos. Insistió, exigiendo que se formara un gobierno de masas de inmediato. Y con eso abandonó la audiencia».
La tercera audiencia de Vâşinski con el rey fue el principio del fin de la democracia rumana. Constantin Vişoianu nos cuenta:
«Al día siguiente, el 28 de febrero, Vâşinski pidió una nueva audiencia con el rey, a las 15:30 horas. Una vez más, también estuve presente en la reunión. Esta vez, el tono de Vâşinski fue extremadamente violento. Dijo: “He venido a conocer la decisión de Su Majestad”. El rey respondió que había informado al gobierno de los deseos del representante soviético y que se estaban llevando a cabo negociaciones con los representantes de los partidos. Vâşinski dijo: “Esto no es suficiente, considero que el gobierno de Rădescu es un gobierno fascista y debe ser eliminado”. Comenzó a amenazar diciendo que la situación es muy grave y que el nuevo gobierno debe instalarse a las 18:00 horas, es decir, en dos horas. Se levantó, golpeó la mesa con el puño y salió, dando un portazo tan fuerte que el yeso que la rodeaba se agrietó. Así terminó la tercera audiencia, en la que traté de explicar a Vâşinski que el rey no podía destituir al gobierno sin consultar a los líderes de los partidos que lo componían. Vâşinski respondió con falsa cortesía que no había venido a hablar con el ministro de Asuntos Exteriores, sino con el rey. También informé a los representantes británicos y norteamericanos de la actitud del representante soviético, ya que Vâşinski hablaba en nombre del Consejo de Control Aliado, que incluía a las potencias aliadas. Desafortunadamente, la política seguida en ese momento por los estadounidenses y los británicos no fue de mucha ayuda para nosotros».
El nombramiento de Petru Groza en un gobierno favorecido por los comunistas fue el precio de evitar el derramamiento de sangre. Pero también fue el momento en que el norte de Transilvania volvió a estar bajo la administración rumana, el 9 de marzo de 1945, territorio que había sido cedido en 1940 a Hungría siguiendo el dictado de Viena.
Versión en español: Mihaela Stoian