140 años desde la fundación de la monarquía rumana
Steliu Lambru, 31.05.2021, 17:47
En
1881, en el mapa político de Europa apareció el Reino de Rumanía, una
estructura política nueva, con un pasado común de por lo menos medio milenio
desde el punto de vista de la mentalidad colectiva. Pero el pasado político
común estaba lejos de ser largo. La idea de un Estado extracarpático había
circulado esporádicamente en los siglos anteriores en varias versiones más o
menos factibles. A finales del siglo XVIII, la idea de Dacia, que designaba a
los dos principados rumanos, estaba mencionada de forma imprecisa en la
correspondencia entre los emperadores de Rusia, Catalina la Grande, y de
Austria, José II. Pero hasta mediados del siglo XIX, aquella idea del Estado
rumano iba a tomar forma. A través del esfuerzo tenaz de las élites de los dos
principados rumanos que atrajeron a la masa de campesinos y de gente de la
ciudad al proyecto del Estado formado por Moldavia y Muntenia, la idea del
Reino de Rumanía empezó a realizarse con más claridad. Otra idea importante
apoyó la construcción política rumana, es decir la idea del Danubio paneuropeo,
de la libre vía fluvial en todo el continente. Por lo demás, antes de 1859, los
Principados Rumanos se denominaban también los Principados del Danubio, con referencia a la
fuerza de expresividad que tenía el gran río Danubio. Y la presencia en el
trono del nuevo Estado de Carlos de de
Hohenzollern-Sigmaringen dio consistencia al Estado rumano, culminando en el
año 1881, cuando el ambicioso y tenaz príncipe Carlos se convirtió en el rey
Carlos I, y su país en el Reino de Rumanía. El 10 de mayo de 1866, el día en el
que Carlos llegó a Rumanía, representó el nuevo comienzo para la sociedad
rumana, un buen comienzo después de un largo e inquieto período de búsquedas,
incertidumbres y decepciones.
El
reinado de Carlos I fue largo y productivo, entre 1866 y 1914. Pero esto no fue
algo natural, sino que el nuevo buen asentamiento social e institucional se
obtuvo muy difícilmente. El historiador Alin Ciupală de la Universidad de
Bucarest ha hablado de los primeros años de reinado del nuevo príncipe, entre
1866 y 1871. Ha afirmado que fue un período de transición y que la misma
llegada de Carlos fue recibida con reserva:
Aparte de la clase política rumana, Carlos
fue recibido con bastante indiferencia por los rumanos, porque no lo conocían,
era príncipe alemán, católico, por lo tanto un extranjero para la mayoría de
ellos. En cambio, la élite política lo recibió con muchísima ilusión. Después
de la desilusión del reinado de Alexandru Ioan Cuza confiaron mucho en el
futuro rey Carlos I. Por otro lado, hay que decir que, cuando llegó a Bucarest,
el príncipe estuvo verdaderamente sorprendido. Más tarde, la reina Isabel, con
mucho humor, cuenta el momento de la llegada de Carlos a Bucarest, después de
un camino largo, agotador y arriesgado, al final del cual, en Bucarest, Carlos
estuvo bastante decepcionado por la realidad que encontró. Era una ciudad
provincial frente a las ciudades alemanas. Estuvo sorprendido de ver que su
residencia, las casas Golescu de Bucarest, no parecía principesca. Además de
esta decepción momentánea, Carlos se iba a adaptar e iba a conseguir superar
este difícil período inicial.
La Constitución de 1866, una de la más
modernas de aquel entonces, fue copiada siguiendo el modelo belga. Por esta
razón, Rumanía fue denominada la Bélgica de oriente. El
elemento clave del nuevo Estado, la Constitución, estuvo lista desde el
comienzo del nuevo reinado. Alin Ciupală ha ofrecido más
detalles:
Cuando llegó al país, la Constitución estaba
completa. Los políticos rumanos hicieron un esfuerzo significativo y habían
dejado atrás las diferencias. La constitución iba a ser votada por la Asamblea
Constituyente e iba a entrar en vigor. La rapidez de la elaboración de esta
Constitución se debe a dos cosas. En primer lugar, desde el principio, los
políticos rumanos quisieron presentar al futuro rey una realidad institucional
y política, quisieron evitar la situación creada durante el reinado de Cuza. Quisieron
crear desde el principio el sistema de la monarquía constitucional, sistema que
establecía con muchísima precisión las tareas de la institución monárquica. En
segundo lugar, los políticos rumanos estaban presionados por la coyuntura
internacional y las complicaciones diplomáticas creadas después del
destronamiento de Cuza. Las grandes potencias habían reconocido finalmente la
unión de los dos principados rumanos: Muntenia y Moldavia solamente durante el
reinado de Cuza. Después del 11 de febrero de 1866, Turquía y Austria pidieron
la separación de los Principados y la vuelta a la situación anterior al año
1859. Los políticos rumanos tenían que solucionar rápidamente esta crisis
interior con complicaciones exteriores.
El clímax de los problemas de la transición
fue la crisis dinástica de 1871, cuando el príncipe Carlos estuvo a punto de
firmar su abdicación. Pero la llegada a la dirección del Gobierno de los
conservadores liderados por Lascăr Catargiu hizo que
Rumanía se encaminara con determinación hacia el alcance de los objetivos
propuestos. Algunos historiadores han afirmado que, de hecho, el haber superado
aquel momento de 1871 fue el punto decisivo en la vida de la Rumanía moderna.
Los rumanos se habrían aprovechado de la guerra de Crimea desarrollada entre
1853 y 1856 para presentarse ante las potencias europeas con una oferta estatal
creíble, lo que iba a conllevar finalmente la unión de 1859. Liderados por
Carlos I, ellos tampoco perdieron la segunda oportunidad, la de la guerra
ruso-turca de 1877 y 1878, en la que lucharon con determinación y al final de
la cual lograron la independencia. El 10 de mayo de 1881, hace 140 años, se dio
el último paso y el Reino de Rumanía también llegó a ser realidad de iure, y no sólo de facto.
Versión española: Monica Tarău