Club Cultura: El palacio brâncovenesc de Potlogi
Constantin Brâncoveanu fue señor de Valaquia entre 1688 y 1714, por lo que fue uno de los príncipes que ocuparon el trono durante más tiempo en la historia de los principados rumanos.
Ion Puican, 11.09.2021, 10:00
Constantin Brâncoveanu fue señor de Valaquia entre 1688 y 1714, por lo que fue uno de los príncipes que ocuparon el trono durante más tiempo en la historia de los principados rumanos. Bajo su dominio, Valaquia experimentó un período de paz, florecimiento cultural y desarrollo de la vida espiritual, que trajo consigo muchos templos religiosos y palacios construidos en un estilo arquitectónico ecléctico que lleva su nombre. Brâncoveanu fue desalojado del poder en 1714 y trasladado junto con toda su familia a Constantinopla, donde fue encarcelado. Constantin Brâncoveanu fue ejecutado el 15 de agosto de 1714, junto con sus cuatro hijos y su consejero Ianache Văcărescu.
Uno de estos fines de semana soleados de otoño, hui de Bucarest por la autopista A1 hasta la pequeña ciudad de Potlogi, en el departamento de Dâmbovița, situado al sur de Rumanía, donde se encuentra el palacio brâncovenesc de Potlogi. Hasta no hace mucho tiempo, el conjunto palaciego no estaba abierto al público, sino al contrario, casi abandonado.
Estuve charlando con Ovidiu Cârstina, director del Complejo Nacional Museístico de la Corte Principesca de Târgoviște, responsable de amparar este conjunto, sobre cómo se ha vuelto a convertir un destino turístico y qué alberga el palacio.
De hecho, el palacio brâncovenesc de Potlogi ha resucitado gracias a un programa de financiación de la Unión Europea, mediante un proyecto del Consejo Departamental de Dâmbovița. Está vivo, es un lugar sensacional, repleto de historia y evoca un sentimiento singular, si pensamos en quién fundó el palacio brâncovenesc de Potlogi, el primero de los cuatro palacios que Brâncoveanu construiría para sus cuatro hijos. Constantin Brâncoveanu escogió Potlogi porque ya había comprado una finca allí y, si nos fijamos en el antiguo camino que unía Târgoviște y Bucarest, Potlogi se encuentra justo en el medio, a cuarenta kilómetros exactos, por lo que el séquito del príncipe recorría esa distancia en un día. Escogió Potlogi al poseer la finca aquí y encontrarse a la misma distancia de Bucarest y Târgoviște, ya que el gobernante se sentía profundamente apegado a Târgoviște, donde pasó su infancia, y además había conseguido recursos para restaurar la Corte Principesca, reconstruir el palacio y todo lo que había en el lugar. Obviamente, en ese momento todo lo hacía con el consentimiento del sultán. Siempre aprovechaba que disponía de tierras en la zona y, venía a Târgoviște, a la Corte Principesca, con la autorización de los otomanos, sobre todo a finales de verano y a principios de otoño, con el pretexto de que venía a la vendimia. El palacio de Potlogi se construyó con relativa rapidez, era para su hijo mayor, Constantin, el candidato del príncipe para su sucesión al trono de Valaquia, y tiene una configuración de suma importancia: en primer lugar, de los cuatro construidos, es el único que conserva mejor su forma inicial, ya que el palacio de Mogoșoaia sufrió transformaciones por parte de Ghica, entre otros, pero el palacio brâncovenesc de Potlogi ha mantenido su impronta inicial particularmente bien. Asimismo, se benefició de un proyecto de restauración en la década de los 50 del siglo pasado, dirigida por el arquitecto Balș. Cuando desalojaron del poder a Brâncoveanu, lo llevaron a Constantinopla y lo asesinaron junto con sus cuatro hijos y su consejero, Enache Văcărescu, el 15 de agosto de 1714. Inmediatamente después, los turcos incendiaron el palacio de Potlogi y lo saquearon, con la idea de encontrar la fortuna que, según se decía, poseía Brâncoveanu. Aquellos que hoy crucen el umbral entrarán en este patio de estilo brâncovenesc, redescubrirán el palacio, muy bien restaurado y puesto en valor, así como la cuhnie (antigua cocina) la droșcărie (lugar donde se guardaban los carruajes o drozhki) o la casa del servicio: todos estos elementos conformaban los conjuntos palaciegos de estilo brâncovenesc. Observarán que en todas partes tienen más o menos el mismo modo de construir, con edificaciones con las mismas funcionalidades.
Ovidiu Cârstina nos enseñó todo el conjunto en su estado actual, tras la restauración, en un recorrido por la historia, la cultura y la gastronomía que envuelven el palacio brâncovenesc de Potlogi:
El visitante descubrirá el palacio brâncovenesc y la exposición que alberga, que pretende poner en valor la funcionalidad de cada espacio, de cada habitación del edificio. La parte occidental, donde se encontraba el dormitorio de la princesa y de los niños, se ha acondicionado como tal, mientras que la parte que da al este, vuelve a estar bien aprovechada, por el modo en que se ha concebido la exposición, e incluye la sala de invitados, donde Brâncoveanu recibía a invitados o se sentaban a comer, el gabinete del príncipe, un pequeño salón del trono, donde Brâncoveanu, evidentemente, organizaba reuniones o recibía a invitados extranjeros, recibía asesoramiento y tomaba decisiones sobre la administración del país, y, finalmente, el dormitorio de Constantin Brâncoveanu, que intentamos poner en valor gracias a algunos elementos de mobiliario que nos permiten reconstruir su funcionalidad. Saliendo por la logia norte, encontraremos un parque bien arreglado, como aquellos de los que disponía Brâncoveanu en la época en cada una de sus construcciones. Además, en todas las propiedades contaba con un pequeño lago, un estanque, ya que capturaban pescado fresco. Igualmente, respecto al resto de edificaciones, cada uno tiene una funcionalidad propia: vayamos a la cuhnie, el lugar donde se preparaba la comida, es decir, la cocina. El interior está dispuesto de tal manera que nos hace evocar las cocinas de la época, anteriores a 1714. Asimismo, observarán que la mayoría de los objetos expuestos se asemejan a los equipamientos necesarios para el interior de una cocina. Los cronistas decían a menudo que los comensales invitados por Brâncoveanu a veces se quejaban de que la comida llegaba fría a la mesa, debido a la distancia, aunque creo que este pequeño inconveniente se les olvidaba rápidamente, ya que les servían 72 platos distintos en una única comida. No debemos imaginarnos una comida como las actuales, que suelen ser rápidas, sino al contrario, eran comidas en las que se conversaba, se socializaba y había muchos elementos que se relacionaban con el sabor, la comida y los vinos que se consumían. Por otro lado, a la izquierda, en la entrada, se encuentra la droșcărie: se trata de nuevo de un espacio que nos recuerda al lugar donde se encontraban los aperos, todo lo necesario para el mantenimiento del patio, la finca, el jardín y el estanque, así como los carruajes y otros objetos necesarios. Justo detrás de la droșcărie hay un huerto donde los visitantes verán hortalizas, todo aquello que necesitaban, cultivaban y consumían cuando Brâncoveanu se encontraba en Potlogi.
Versión en español: Víctor Peña Irles