Las semillas híbridas frente las semillas tradicionales
Los tipos tradicionales de legumbres son una importante fuente de ingresos para aquellos que desean volver a traer al mercado el sabor de las legumbres de antaño.
România Internațional, 30.04.2015, 18:00
Los tipos tradicionales de legumbres son una importante fuente de ingresos para aquellos que desean volver a traer al mercado el sabor de las legumbres de antaño. Como a los mercados vienen cada vez menos campesinos con legumbres sabrosas, numerosos horticultores están intentando encontrar y multiplicar las antiguas semillas procedentes de los ancianos que viven en las aldeas de Rumanía. Y esto porque la mayoría de los horticultores han sustituido las semillas rumanas por híbridos mucho más productivos. La nostalgia por el aroma de las legumbres de antaño es el motivo de la creación de la Asociación EcoRuralis de Cluj, que se dedica desde hace unos años a salvar los tipos rumanos de legumbres, cada vez menos frecuentes. Los miembros de la asociación recogen los tipos locales de semillas de los campesinos y de los jardineros, los multiplican para ofrecerlos de forma gratuita a las personas que desean cultivarlos. Vali Cucu es uno de los miembros de la asociación que mantiene la tradición de las antiguas semillas. Desde hace más de 30 años, en un terreno de 500 metros cuadrados, cultiva semillas de legumbres procedentes de todo el mundo:
«Empecé a recoger tipos de legumbres cuando vi que en el mercado aparecían cada vez más legumbres sin sabor. Los he recogido de los ancianos, de los conocidos, los he multiplicado cada año para ofrecerlos después a las personas que están creando cultivos, y también los vendo para mantener el cultivo. El año pasado tuve 80 tipos, aproximadamente 50 tipos de tomates. No todos proceden de Rumanía. Las personas de las que proceden los cultivaban desde hacía muchos años, yo los he recogido y los he nombrado de otra forma. Los tomates gigantes que tengo proceden de un ingeniero de esta zona. Hace 35 años me dio unas semillas, y los tomates son muy grandes y muy sabrosos. Estoy buscando tipos de semillas en todo el mundo. He conseguido encontrar también semillas de tipo Poma, un tipo muy sabroso creado en 1937 en Italia. Tengo también un tipo de semillas rusas recibidas de una anciana de la República de Moldavia.»
A Vali Cuculo buscan numerosos granjeros y jardineros, sobre todo jóvenes, para que les venda semillas. Son también más baratas frente a los híbridos de los que no se recogen semillas y, por lo tanto, cada año los campesinos tienen que comprar semillas de las grandes corporaciones. Los horticultores rumanos venden un sobre con semillas por 10 lei, mientras que el sobre con 100 semillas híbridas alcanza 180 lei. Nuevamente ante el micrófono Vali Cucu:
«Me alegra el hecho de que cada vez más personas estén acudiendo a los antiguos tipos de semillas, y estén listos para renunciar a los híbridos. Muchos jóvenes se dedican a esto. Anualmente, en Grecia se organiza una feria destinada al intercambio de semillas, en la primera semana después de las Pascuas. Viene gente de toda Europa, pero también de la India e intercambiamos semillas. Las traigo a casa, veo si se adaptan aquí, si tienen sabor y después intento producir semillas de ese tipo. Anualmente produzco entre 100 y 300 sobres de cada tipo, los envío a los compañeros de la Asociación EcoRuralis, los ofrezco a aquellos que no tengan, y vendo parte de ellas. Ya en febrero o marzo se terminan.»
En este momento es cada vez más difícil encontrar en el mercado productos agrícolas procedentes de los campesinos, obtenidos de las semillas que se guardan de una generación a otra y se cultivan en un sistema tradicional. El profesor Aurel Maxim, especialista en la conservación de la agrobiodiversidad en la Universidad de Ciencias Agrícolas y Medicina Veterinaria de Cluj, opina que las casas de huéspedes agroturísticas podrían convertirse en mercados locales para los agricultores que usan semillas tradicionales, porque los extranjeros desean consumir productos naturales. He aquí la declaración de Aurel Maxim:
«En Rumanía aún existen varios tipos de plantas tradicionales de cultivo, pero que están en gran peligro porque sus propietarios son ancianos. Y, si mueren ellos, estos tipos también dejan de existir. La gente podría convertir las semillas en un negocio si se valoran a través de productos culinarios tradicionales. Por supuesto, algunos de ellos se pueden consumir frescos, por ejemplo los tomates procedentes del jardín, que son muy sabrosos frente a los de los supermercados. Es una oportunidad, porque la gente se está acercando a los productos tradicionales, que son productos ecológicos mucho más sanos.»
En Rumanía han quedado pocas instituciones públicas que producen semillas de legumbres rumanas. Por ejemplo, el banco de genes de Suceava almacena desde hace 40 años semillas tradicionales ofreciéndolas gratuitamente a los granjeros para volver a introducirlas en el cultivo. Mientras que en Rumanía más del 90% de las plántulas proceden de las semillas híbridas producidas fuera del país, los especialistas aconsejan a los campesinos que conserven los tipos autóctonos e intercambien semillas. Aurel Maxim afirma que no hay interés por investigar y hacer el inventario de los tipos tradicionales, porque las grandes corporaciones están intentando monopolizar la producción de semillas y nadie está luchando para proteger el patrimonio de las semillas tradicionales:
«Cabe destacar la competencia que existe entre los pequeños productores o granjeros y las grandes corporaciones que hay en la agricultura. En los últimos 20 años, las corporaciones agrícolas químicas también se han dedicado a la actividad de producir y vender las semillas, y entonces están haciendo todo lo posible para eliminar a los pequeños productores. El Ministerio de Agricultura podría valorar las oportunidades que algunas directivas europeas, algunos tratados internacionales están ofreciendo y conceder más importancia a estas variedades locales. Pero nosotros preferimos la agricultura de grandes dimensiones, la agricultura industrial. Y las corporaciones son las que mejor trabajan en esto. Es decir que es también un problema de mentalidad, que es un poco anticuada frente a lo que está pasando ahora en el Occidente. El Occidente ha vuelto a descubrir el valor de estas variedades. Pero allí también existe una lucha entre las corporaciones y los pequeños granjeros, pero ellos están mejor organizados. Por ejemplo, en Francia existen varias confederaciones de campesinos con una fuerza extraordinaria y pueden influir en la decisión de las autoridades. Imagínense que los extranjeros que vienen y compran decenan de miles de hectáreas de tierra no están interesados en nuestras variedades locales. Desean hacer industria en la agricultura, no les interesa el paisaje, la contaminación de las aguas, de la tierra, sino sólo el beneficio…»
Es decir que el mercado de las semillas está abierto para cualquier tipo de cultivo. Aquellos que deseen obtener producciones récord pueden acudir a los híbridos. En cambio, la mayoría de los consumidores prefieren las semillas tradicionales, obtenidas a través de la polinización libre, sin la intervención del ser humano, que producen frutas sabrosas y con muchas vitaminas.