Fábricas de campanas, un nicho de negocio
En Rumanía hay cuatro empresas destinada a la fundición de campanas para iglesias.
România Internațional, 15.08.2017, 15:55
Una de estas se encuentra cerca de la ciudad de Râmnicu Vâlcea y exporta sus campanas a países de Europa, Asia y América del Sur. En la región de Maramureş, al norte del país, está situada una de las empresas más valoradas que funden campanas de Rumanía. Radu Blotor montó este negocio hace casi 15 años. Tiene formación musical y siempre le ha gustado trabajar con metales líquidos. Se especializó en la fábrica más importante de campanas de Rusia, luego se fue para Holanda para trabajar en la empresa más antigua dedicada a la fundición de campanas de Europa. Desde hace más de un decenio fabrica campanas para la mayoría de las iglesias de Rumanía. Sus campanas repican en el Monasterio de Putna, al norte, en la Iglesia Cotroceni o Cernica de la capital o en la Iglesia Metropolitana de la ciudad de Iasi, al este del país.
He combinado la tecnología de Rusia con la de Europa Occidental y he creado un sonido ortodoxo rumano, con un tono más cálido. No se parece al sonido de las campanas de Rusia que me parece demasiado cerrado, muy llorón, pero tampoco se parece al de Europa Occidental que es muy agudo, un sonido frío. He conseguido así el sonido de mis campanas que actualmente repican en más de 1000 iglesias de Rumanía y del extranjero. Y seguimos en un constante aprendizaje porque nunca se puede decir “hice la campana perfecta. Los especialistas de Alemania, por ejemplo, llevan 500 años estudiando el sonido de la campana.
Desde hace muchos años, el campanero fue sustituido por los sistemas mecanizados y automatizados para tocar las campanas. Todo está programado y el sistema está instalado por los fabricantes de campanas. Radu Blotor:
En la Iglesia del Palacio de Cotroceni, tenemos una campana de 1116 kilos con un sistema automatizado, controlado por satélite y está programado para los próximos 50 años. He montado también un reloj y todo el sistema se reactualiza todas las noches a las 24 horas porque todo se hace a través de un satélite que está conectado a un reloj atómico de Alemania, cerca de Frankfurt. De forma que no hace falta ocuparse de la campana en los próximos 50 años. Los solsticios de invierno y verano cambian de forma automática, da la hora exacta, está programada para tocar a determinada hora todos los domingos. Es un sistema muy eficaz. Últimamente montamos este mismo sistema también en pueblos porque quedan muy pocas personas deseosas de tocar las campanas de las iglesias. El sistema automatizado es muy bueno para el mantenimiento de la campana porque controla también el impacto del martillo.
Las campanas pueden tocar una canción religiosa. Las campanas pesadas que pueden llegar a 10.000 kilos producen ese sonido grandioso con un largo eco, capaz de romper las nubes con su fuerte vibración. De la fábrica de campanas de Baia Mare hay quien compra estas campanas para esparcir las nubes tormentosas que pueden afectar los cultivos agrícolas. Radu Blotor:
“Un buen día recibí la llamada del director del viñedo de Cotnari quien estaba interesado en comprar tres campanas para ahuyentar las lluvias con granizo que afectan la viña. Fabricamos tres campanas, la más grande pesaba 700 kilos, instalamos un sistema automatizado con mando a distancia y en los últimos 5 años no ha vuelto a llover con granizo en su viñedo. Instalamos también en Nimaiesti, condado de Bihor, tres campanas pero sin sistema automatizado porque tienen campanero. Cuando las instalamos, llovía a cántaros, todos estábamos mojados pero cuando hicimos la prueba y tocamos las campanas encima de la iglesia el cielo se despejó y en el resto del pueblo seguía lloviendo. Son campanas con un sonido muy fuerte.
En la fábrica de Baia Mare se producen más de 500 campanas al año. Pero no se pueden fundir directamente con la tonalidad correcta. Para ello enviamos las campanas a Holanda donde se fabrican campanas desde el año 1872. El dueño de la empresa de Baia Mare tiene la intención de comprar una herramienta como la de Holanda aunque es muy costosa. Admite que aprende con cada campana que construye y destaca que en este negocio la pasión es más importante que el beneficio material.
El beneficio está entre el 3 y el 8%. Los beneficios no son grandes porque trabajamos con materiales muy caros para conseguir calidad. Nos vemos obligados a importar los materiales de calidad porque Rumanía no produce nada y los costos son muy altos. El bronce es de Alemania, la arena de Bulgaria, las tintas de Holanda. Luego, la mano de obra es cara porque cada campana es única, no son productos de serie. Se necesita mucha dedicación para que salga bien porque cualquier defecto en la forma de la campana afecta el sonido. Por eso trabajamos con personas que están realmente enamoradas de su trabajo. El cliente, el sacerdote ortodoxo, debe entender que él está comprando un instrumento musical… que es la llamada a la Iglesia, es la voz de Dios.
La fábrica de campanas de Baia Mare tiene una cifra de negocio de unos cuantos millones de lei en los últimos años y tiene la capacidad de realizar actualmente campanas con un diámetro de más de dos metros y pueden pesar hasta las 35 toneladas.