El pan tradicional rumano
En Rumanía, junto a la penetración en el mercado de las panaderías de las compañías extranjeras se ha diversificado mucho la oferta de semejantes productos que se obtienen gracias a las nuevas tecnologías.
România Internațional, 28.03.2017, 18:36
En las panaderías modernas los aparatos han reemplazado la labor humana y las antiguas recetas de pan, basadas en harina, sal, agua y levadura, han sido mejoradas con ayuda de colorantes y aditivos. Las grandes redes de almacenes cuentan ya con hornos propios donde se preparan a diario especialidades de pan fresco y pastelería tras haber sido decongeladas. A diario entran en el país camiones con pan congelado de importación. La cantidad asciende anualmente a 870.000 toneladas, lo que representa un tercio del consumo total anual, según han declarado los representantes de Rompan. Por otra parte, existen también numerosos productores locales que hacen un pan de calidad, según recetas antiguas, altamente apreciado por los compradores.
Calin Maties abrió una panadería en la localidad de Santimbru del departamento de Alba, y produce un pan tradicional cocido al horno de ladrillo o de arcilla, igual que hace 100 años. Los ingredientes son naturales, sin aditivos o conservantes, y el pan tiene mayor plazo de validez. Aunque el precio del pan de Santimbru es el doble en comparación con el del pan que se vende en los grandes almacenes, el producto se ha ganado gran aprecio no sólo en la zona de origen sino también en Europa. Calin Maties nos recomienda comer productos rumanos. Escuchémosle:
“Inicié la actividad en1998, con un préstamo de 5000 dólares. Trabajamos con hornos de ladrillo. Preparamos el pan con levadura que dejamos fermentar de la noche a la mañana tal como lo hacían nuestras abuelas y el resultado es un pan con un sabor extraordinario, apreciado también en el extranjero. Por ello pensamos incluso en vender en sistema de franquicia.”
Calin Maties participa en la mayoría de las ferias nacionales e internacionales de productos agroalimenticios y hace dos años ganó en la Feria de Agricultura INDAGRA, organizada en Bucarest, el diploma de “Productor Tradicional del año 2015” por parte del Ministerio de Agricultura, por un tipo especial de pan y por el esfuerzo hecho por demostrar que en Rumanía se pueden producir alimentos tradicionales. Escuchémosle:
“Tenemos dos hornos y en cada uno cocemos 50 panes. En total producimos una tonelada de pan al día. Utilizamos harina rumana, sin aditivos, sin enzimas o gluten. Hace 6 años, efectué un cambio de experiencia con el Museo del Panadero de Baviera, Alemania. Allí, un anciano de 80 años de edad, probó nuestro pan habíamos traído desde Rumanía, que llevaba ya 4 días de transporte, y nos dijo con lágrimas en los ojos que no había sentido ese sabor desde la infancia. En nuestra panadería de Santimbru fabricamos dos surtidos de productos tradicionales atestiguados. El año pasado, lanzamos el Pan de la Ciudadela, el pan oficial de la ciudad de Alba Iulia. Somos los únicos productores de este pan que tiene forma de estrella de siete puntas”
Además del horno tradicional en el cual se cocía el pan, en la zona de Oltenia ha sobrevivido también otro sistema que utiliza una especia de campana ancha o caparazón bajo el cual se cuece el pan. George Dumitru intenta resucitar una tradición que tiene cientos de años: pan cocido bajo el caparazón.
“Fue por mera casualidad. A mi abuela se le rompió el viejo caparazón con ayuda del cual cocía el pan y yo traté de confeccionarle otro nuevo. Realizamos más de los que necesitábamos y tuvimos que vender el resto. Los caparazones se vendieron rápidamente, la demanda fue grande. El pan cocido con el caparazón tiene un gusto y un olor únicos, que viene del material del caparazón, el barro cocido. Por ello intentamos abrir también en la capital una panadería con productos cocidos al fogón con caparazón para que los bucarestinos prueben este pan mucho más sano que el que se vende en los grandes almacenes.”
En Rumanía, el consumo de pan supera los 95 kilos per cápita anuales, en comparación con el promedio europeo que es de 60 kilos al año. Pese a ello, los rumanos optan por una alimentación sana y buscan permanentemente alternativas sanas, con un valor nutricional elevado.