Sentencias en el caso de los traspasos de futbolistas
Ocho de los personajes más influyentes del fútbol rumano han sido condenados este martes a pena de cárcel por delitos de fraude, blanqueo de dinero y evasión fiscal.
Bogdan Matei, 05.03.2014, 16:46
Desde hace mucho tiempo el fútbol rumano no había tenido nombres tan famosos como los de las ocho personas que este martes han sido condenadas por el Tribunal de Apelación de Bucarest a penas de entre 3 y 6 años de cárcel. Esta lista incluye nombres que hace tiempo eran amados, respetados, odiados o temidos, es decir, eran personajes clave en el deporte más popular en Rumanía. La lista de superlativos empieza con los hermanos Ioan y Victor Becali, los mánager autóctonos más exitosos que durante dos décadas han realizado los fichajes en el extranjero de los mejores jugadores rumanos. Mihai Stoica ha recibido la sentencia por los delitos cometidos cuando era presidente del Oṭelul de Galaṭi (en el sudeste del país) en un momento en que ocupa la posición de gerente general del club de fútbol más prestigioso de nuestro país, el Steaua de Bucarest. George Copos, del Rapid, Cristian Borcea y Gheorghe Neṭoiu, del Dinamo, fueron no solo accionistas sino jefes omnipotentes durante el periodo en que estos equipos bucarestinos ganaban los campeonatos nacionales y participaban, a veces con éxito, en las competiciones europeas. Pronto octogenario, Jean Pădureanu dirigió durante algunas décadas al Gloria de Bistriṭa (en el noroeste del país), un club más bien modesto pero famoso a causa de su implicación en los partidos conocidos como estratégicos, donde los resultados se decidían no durante el partido, sino fuera del campo.
Parece que el único de los condenados que ha despertado la compasión y los lamentos entre los hinchas es el gran ex futbolista Gică Popescu, en algunas ocasiones colaborador y ahora cómplice de los hermanos Becali. Con 115 convocatorias en la selección rumana, muy querida en los años 90, con numerosos trofeos ganados con los equipos en que jugó, el PSV de Eindhoven, el FC Barcelona y el Galatasaray de Estambul, Popescu era hasta ahora el principal favorito en la carrera para el cargo de presidente de la Federación Rumana de Fútbol. A pesar de sus biografías, habilidades y carreras tan distintas, los ocho han compartido, además del fútbol, otras aficiones comunes: fraude, blanqueo de dinero y evasión fiscal. Estos son los delitos que han cometido al realizar los traspasos ilegales de 12 futbolistas a equipos del extranjero que causaron perjuicios de casi 1.500.000 dólares al Estado y de más de 10 millones de dólares a cuatro equipos de fútbol.
El truco utilizado, que no es muy sutil, data de hace siglos: el dinero pagado en realidad por los fichajes era cada vez mayor que la cantidad declarada oficialmente que se pagaba al club y se tributaba. La diferencia de dinero entraba en los bolsillos de los así llamados hombres del fútbol, mánager, accionistas y presidentes que intermediaban en los fichajes. El palmarés de los delitos cometidos por este distinguido grupo de personajes es, según comentan los periodistas y los hinchas, una de las causas de la mediocridad que no parece tener remedio y que afecta al fútbol rumano desde hace años.