Remember Timișoara
El 18 de diciembre de 1989, en Timişoara, la ciudad más grande del Banato (Oeste de Rumanía), la represión del régimen comunista disparaba contra un grupo de jóvenes manifestantes que se habían reunido en frente de la Catedral ortodoxa. Hace 30 años, 43 cadáveres de revolucionarios fueron robados del morgue del Hospital Distrital por representantes de la ex Securitate, la policía política del régimen comunista, y fueron quemados en el Crematorio de Bucarest, para borrar cualquier prueba de los crímenes cometidos.
Bogdan Matei, 18.12.2019, 14:17
El 18 de diciembre de 1989, en Timişoara, la ciudad más grande del Banato (Oeste de Rumanía), la represión del régimen comunista disparaba contra un grupo de jóvenes manifestantes que se habían reunido en frente de la Catedral ortodoxa. Hace 30 años, 43 cadáveres de revolucionarios fueron robados del morgue del Hospital Distrital por representantes de la ex Securitate, la policía política del régimen comunista, y fueron quemados en el Crematorio de Bucarest, para borrar cualquier prueba de los crímenes cometidos.
Muchos comentaristas afirmaron que no fue una mera casualidad el que el fin de la dictadura comunista de Rumanía comenzara precisamente en Timişoara. Durante años, en la tele pasaban imágenes de la Yugoslavia de Tito, imágenes que para los rumanos parecían demasiado bonitas, o de una Hungría de la que se decía que era el más alegre país del bloque comunista. Los vecinos de la región del Banato, debido a la proximidad geográfica al Occidente, siempre mostraron una solidaridad transétnica y valores cívicos que no existían en otras provincias. El pequeño grupo de personas solidarias con el pastor de etnia húngara, Laszlo Tokes, que las autoridades querían sacar de Timişoara, fue el núcleo alrededor del cual se rebeló toda la ciudad. En la lista de los revolucionarios asesinados no figuran nada más nombres rumanos, sino también nombres húngaros, serbios y alemanes. El dictador Nicolae Ceaușescu, justo en aquellos momentos, decidió viajar a Irán, tal vez el único lugar del mundo donde aceptaban recibir a un jefe de estado considerado déspota y criminal. El 20 de diciembre, cuando el resto del país no se atrevía ni siquiera a soñar que podía salir del socialismo, Timișoara ya se había librado del comunismo gracias a los primeros rumanos que, después de muchos años de humillaciones, frío y hambre, habían logrado vencer sus temores.
El Ejército se negó a disparar contra la gente. El primer oficial que pasó del lado de los revolucionarios fue Viorel Oancea, quién más tarde se convirtió en alcalde de dicha ciudad. El 21 de diciembre de 1989 el motín de Timişoara se propagó en otras grandes ciudades de la parte Occidental de de Rumanía, ciudades como Arad o Cluj. También el 21 de diciembre, el mitin convocado por Ceauşescu se convirtió en una manifestación en contra de su dictadura. Una vez más, intentó ahogar la manifestación con sangre. Al día siguiente, bajo la presión de cientos de protestatarios, huyó en helicóptero. Ceauşescu y su esposa fueron ejecutados el 25 de diciembre de 1989, en un cuartel de la ciudad de Târgovişte (sur del país). Rumanía fue el único país excomunista en que el paso a la democracia se hizo de manera violenta.
Versión española: Valeriu Radulian