Protestas y debates en Chisinau
Nunca ha habido en la República de Moldavia (exsoviética, con mayoría de rumanohablantes) un Gobierno sometido, inmediatamente después su toma de posesión, a una vehemente contestación.
Bogdan Matei, 26.01.2016, 08:57
Instalado la semana pasada, en condiciones casi conspirativas, con los votos de una mayoría parlamentaria coyuntural y heterogénea integrada tanto por liberales proeuropeos como por excomunistas, el Gabinete de coalición dirigido por Pavel Filip ya está siendo rechazado por la población. Para las decenas de miles de manifestantes que han vuelto a salir a la calle este domingo en Chisinau, éste es el Gobierno de una clase política muy corrupta que robó mil millones de euros del sistema bancario de la república. Los líderes de los manifestantes han dado un ultimátum para pedir la dimisión del actual Gobierno antes del próximo jueves por la tarde y la convocatoria de elecciones legislativas anticipadas antes del próximo mes de abril.
De lo contrario, según han advertido los manifestantes, se verán obligados a paralizar la circulación en toda la república. El Gobierno califica las protestas de desestabilización irresponsable de la propia estatalidad moldava y al conjunto de participantes de combinación tóxica entre corrientes ideológicas aparentemente incompatibles.
Entre los organizadores hay formaciones prorrusas, como por ejemplo los socialistas, el grupo más numeroso del Legislativo, Nuestro Partido, populista y extraparlamentario y la plataforma cívica Dignidad y Verdad, un grupo de organizaciones no gubernamentales que promueven valores occidentales. Mientras el jefe socialista Igor Dodon y el populista Renato Usatii adoran posar en compañía del presidente ruso Vladimir Putin, un número bastante significativo de miembros de la plataforma cívica aboga por la reunificación de la República de Moldavia con Rumanía.
Actualmente, según destacan los analistas, muchos socios occidentales de Chisinau consideran que la organización de elecciones anticipadas en este momento traería al poder a las fuerzas prorrusas de izquierda que sacarían a la república del camino europeo. Precisamente por eso han decidido apoyar al nuevo Gobierno de Filip, aunque éste no disfruta de credibilidad. El primer ministro ya ha anunciado que el próximo martes emprenderá una visita a Bucarest. Según señalan los analistas, en la agenda de los debates con su homólogo, el tecnócrata Dacian Ciolos, tiene que figurar también el asunto del desbloqueo de la ayuda ofrecida por Rumanía para apoyar el déficit presupuestario de la República de Moldavia.
El año pasado, Bucarest decidía conceder a la República de Moldavia un crédito por un valor total de 150 millones de euros, pero sobre el trasfondo de la inestabilidad política crónica de Chisinau, el presidente Klaus Iohannis optaba por congelar la ayuda. Sin embargo, el pasado domingo el presidente ha repetido que Rumanía seguirá siendo “un socio de confianza” para la República de Moldavia y que la historia y la lengua comunes contribuyen a la consolidación de la identidad y solidaridad entre los dos Estados.
A su vez, el primer ministro Ciolos ha declarado que Rumanía está al lado de la República de Moldavia y el Gobierno de Bucarest vuelve a confirmar el apoyo por las aspiraciones cívicas y europeas de los ciudadanos del Estado vecino.