Maastricht 25
En diciembre de 1991, los jefes de Gobierno de 12 países europeos debatieron en la localidad holandesa de Maastricht el Tratado histórico que sentó las bases para la creación de una unión económica y financiera. Este Tratado, firmado en 1992, entró en vigor un año más tarde. Fue el más importante después del de Roma de 1958 que había conllevado a la creación de un mercado común, a la instauración de las «4 libertades» (mercancías, personas, capitales y servicios), a la exclusión de cualquier discriminación nacional y había tenido como implicación el nacimiento de la sociedad civil europea. El Estado ya no era el actor soberano en el propio territorio porque, para ser eficiente, el mercado común tenía que funcionar en la dimensión supranacional. Este principio fue fortalecido en Maastricht, pero no fue el único. Otros principios importantes se refieren al estatuto de ciudadano comunitario con derechos y deberes, a la sustitución gradual de las monedas nacionales por el euro, la creación de un banco central europeo y la adopción de la política monetaria común. También se establecieron políticas europeas comunes en el sector de la educación, el transporte y las telecomunicaciones, la sanidad y la energía. Asimismo se concedió más poder al Parlamento Europeo y un papel más importante a la Comisión Europea. Todas estas medidas representaron una etapa importante en la realización del llamado «Proyecto de los Estados Unidos de Europa». 25 años después de la firma del Tratado cuya última reforma fue la de Lisboa en 2009, la Unión Europea, que se formó bajo este nombre en 1993 y que cuenta con 28 Estados miembros, cumple un cuarto de siglo en medio del euroescepticismo, de la decisión del Reino Unido de salir de la UE y de las preocupaciones sobre la relación con los Estados Unidos.
Valentin Țigău, 09.12.2016, 14:35
En diciembre de 1991, los jefes de Gobierno de 12 países europeos debatieron en la localidad holandesa de Maastricht el Tratado histórico que sentó las bases para la creación de una unión económica y financiera. Este Tratado, firmado en 1992, entró en vigor un año más tarde. Fue el más importante después del de Roma de 1958 que había conllevado a la creación de un mercado común, a la instauración de las «4 libertades» (mercancías, personas, capitales y servicios), a la exclusión de cualquier discriminación nacional y había tenido como implicación el nacimiento de la sociedad civil europea. El Estado ya no era el actor soberano en el propio territorio porque, para ser eficiente, el mercado común tenía que funcionar en la dimensión supranacional. Este principio fue fortalecido en Maastricht, pero no fue el único. Otros principios importantes se refieren al estatuto de ciudadano comunitario con derechos y deberes, a la sustitución gradual de las monedas nacionales por el euro, la creación de un banco central europeo y la adopción de la política monetaria común. También se establecieron políticas europeas comunes en el sector de la educación, el transporte y las telecomunicaciones, la sanidad y la energía. Asimismo se concedió más poder al Parlamento Europeo y un papel más importante a la Comisión Europea. Todas estas medidas representaron una etapa importante en la realización del llamado «Proyecto de los Estados Unidos de Europa». 25 años después de la firma del Tratado cuya última reforma fue la de Lisboa en 2009, la Unión Europea, que se formó bajo este nombre en 1993 y que cuenta con 28 Estados miembros, cumple un cuarto de siglo en medio del euroescepticismo, de la decisión del Reino Unido de salir de la UE y de las preocupaciones sobre la relación con los Estados Unidos.
Para Rumanía, el Tratado de Maastricht representó, 2 o 3 años después de la Revolución anticomunista de 1989, un rayo de esperanza para el cambio real que necesitaba una sociedad traumatizada sistemáticamente durante más de cuatro decenios. Tras obtener el estatuto de miembro de la OTAN en 2004, Rumanía entró en la segunda ola de la adhesión de los países excomunistas a la UE convirtiéndose en miembro el 1 de enero de 2007. En el presente, para las autoridades de Bucarest, la implementación de los principios básicos del Tratado de Maastricht continúan representando un reto constructivo. Por otra parte, son medidas que estimulan el crecimiento económico interno favorables a la entrada en los próximos años en el grupo de los Estados de la zona euro. Por otra parte, se habla de la lucha contra la corrupción en todos los niveles como último criterio destinado a desbloquear una decisión política mediante consenso sobre la adhesión al espacio de Schengen de libre circulación de mercancías y personas en el marco de las fronteras exteriores de la Unión Europea.