Los rumanos conmemoran un año de la muerte del rey Miguel I
Ha pasado un año desde el fallecimiento del último soberano de Rumanía, el rey Miguel I.
Bogdan Matei, 05.12.2018, 15:48
En Rumanía, en las comunidades históricas rumanas que habitan alrededor de las actuales fronteras o en la diáspora, los rumanos conmemoran a su último soberano, el rey Miguel I que falleció el 5 de diciembre de 2017, a los 96 años de edad, en su residencia de Suiza. La biografía del rey se sobrepone a la historia reciente de Rumanía heroica y trágica a la vez. Miguel I era el último jefe de Estado en vida del período de la Segunda Guerra Mundial y fue también el último de los cuatro soberanos de la dinastía de origen alemán Hohenzollern-Sigmaringen, instalada en el trono de Bucarest en 1866, dinastía que edificó la Rumanía moderna.
Nacido el 25 de octubre del año 1921, Miguel reinó por primera vez formalmente, entre 1927 y 1930, cuando después de la muerte de su abuelo, Fernando el Reunificador, el país fue dirigido, de facto, por un consejo de regencia. La verdadera gestión de Miguel I al frente de la monarquía empezó en 1940, tras la abdicación de su padre, el impopular Carlos II, que había instaurado una corrupta y sanguinaria dictadura real y había cedido sin luchar, gran parte de los territorios bajo la autoridad rumana al final de la Primera Guerra Mundial: Basarabia, el norte de Bucovina, el norte de Transilvania y el sur de Dobrogea.
Considerado inmaduro e insuficientemente preparado para ascender al trono, Miguel I permanecería largo tiempo en la sombra del hombre fuerte de la época, el mariscal germanófilo, Ion Antonescu. No obstante, el 23 de agosto de 1944, cuando el Ejército Rojo ya había penetrado en Rumanía y amenazaba con arrasar la capital, con un increíble coraje, el rey decidió arrestar al mariscal y ordenó la salida del país del Eje y su unión a la coalición antinazi. Los historiadores son unánimes en apreciar que esta decisión abrevió la guerra en Europa en medio año y salvó cientos de miles de vidas. Tres años más tarde, cuando el país estaba bajo la ocupación militar soviética y dirigido por un gobierno comunista marioneta, el rey se vio obligado a abdicar y a exiliarse en Occidente. Miguel I garantizó las acciones del Comité Nacional Rumano, presentado como un gobierno en el exilio, aunque las democracias occidentales nunca le reconocieron dicha gestión.
Hasta la revolución anticomunista de 1989, Miguel I estuvo permanentemente vigilado por la Securitate, la policía política del régimen comunista rumano. El soberano sólo pudo regresar al país en 1997, cuando recuperó la nacionalidad rumana que le había sido quitada por los comunistas así como una parte de sus propiedades. El rey Miguel promovió en su calidad de embajador especial ante las grandes cancillerías occidentales, la adhesión de Rumanía a la OTAN en 2004, y a la UE en 2007. La primogénita de sus cinco hijas, la princesa Margarita es su sucesora a la cabeza de la casa real de Rumanía y custodia de la Corona.
“No veo a Rumanía como una herencia de nuestros padres, sino a un país que hemos tomado prestado de nuestros hijos”, afirmaba en una declaración con carácter testamentario el último monarca de los rumanos.