La UE presta atención a los acontecimientos de la República de Moldavia
La Unión Europea quiere ver cómo trabaja el nuevo equipo ejecutivo de la República de Moldavia (exsoviética, donde la mayoría de la población habla el rumano).
Bogdan Matei, 18.06.2019, 16:00
Todo el mundo, en Chisináu, Bucarest y Bruselas, se ha sentido aliviado después de que el alucinante bloqueo político de la República de Moldavia se calmara sin actos de violencia. Después de una semana durante la cual dos Gobiernos paralelos reclamaran la legitimidad y se acusaran recíprocamente de iniciar un golpe de Estado, y el Tribunal Constitucional hubiera anunciado la disolución del Parlamento y la suspensión del presidente, los partidarios del controvertido oligarca Vladimir Plahotniuc cedieron el poder y con él a la cabeza, empezaron a expatriarse. El equipo ejecutivo de Pavel Filip, formado por el Partido Demócrata de Plahotniuc, ha anunciado que pasará a la oposición. El Tribunal ha anulado sus propias decisiones. El presidente socialista filorruso Igor Dodon ha reanudado sus prerrogativas. Y el gabinete liderado por la proeuropea Maia Sandu y apoyado también por los socialistas, investido el pasado 8 de junio, ha podido finalmente tomar sus cargos ejecutivos. Una de las primeras declaraciones de la nueva jefa de Gobierno ha sido la promesa de que la República de Moldavia continuará realizando el Acuerdo de Asociación con la Unión Europea firmado en 2014. Bruselas ha aplaudido con precaución este compromiso. La jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini, ha impulsado a las nuevas autoridades de Chisináu a poner en práctica las reformas prometidas mediante el Acuerdo de Asociación si desean obtener todo el apoyo de la Unión. “Permaneceremos muy vigilantes y animamos a las autoridades a que estén determinadas para realizar la agenda de reformas que el país espera desde hace mucho tiempo”, ha destacado la señora Mogherini. El comisario europeo para la Ampliación, Johannes Hahn, ha anunciado que la próxima semana irá a Chisináu para conversar con el nuevo Gobierno sobre todas las cuestiones sensibles. El alto cargo ha añadido que la República de Moldavia puede contar con el apoyo de los europeos una vez que se cumplan las condiciones respecto a la supremacía de la ley, la reforma judicial y la garantía de la pluralidad en los medios de comunicación.
Al estar muy preocupado por la situación del Estado vecino, donde viven tres millones de rumanohablantes, y un millón de ellos son también ciudadanos rumanos, Bucarest se ha felicitado a su vez por el desenlace pacífico de la crisis. El presidente Klaus Iohannis, la primera ministra Viorica Dăncilă y el ministro de Exteriores Teodor Meleşcanu han vuelto a destacar sin excepción alguna el apoyo de Rumanía a la normalización de la situación en Chisináu y las aspiraciones europeas de la república vecina. Sin embargo, los analistas no han ocultado su escepticismo respecto al nuevo poder de izquierda y derecha. Considerada por muchos “en contra de la naturaleza”, la asociación de los socialistas rusófilos con los proeuropeos ha recordado a muchos una alianza similar creada hace 15 años. Cuando el expartido único comunista pro-Moscú reclutó para asegurar la gobernación a sus adversarios más duros, los cristianodemócratas, fueron constantemente antisoviéticos y promotores de la reunificación con Rumanía. Después de sólo unos años, aquella coalición en quiebra fue eliminada del poder por un violenta revuelta popular, y actualmente ni los comunistas, ni los cristianodemócratas están en el Parlamento.