El rumano vuelve a estar en la legislación de la República de Moldavia
Los diputados de Chisináu han decidido que el idioma oficial de la República de Moldavia es el rumano.
Bogdan Matei, 17.03.2023, 13:41
El movimiento de renacimiento nacional de la actual República de Moldavia ha sido tachado como la única revolución del mundo que estalló por la lengua materna. El 31 de agosto de 1989, en pleno régimen soviético, el Parlamento de Chisináu, frente al cual protestaban unas 750.000 personas, es decir, la sexta parte de la población que la república tenía en esa época, decidió declarar el rumano lengua de Estado, así como pasar a la grafía latina, en lugar del alfabeto cirílico que los ocupantes habían impuesto tras la anexión de 1940.
La república proclamó su independencia de Moscú el 27 de agosto de 1991, tras fracasar el golpe de estado neobolchevique contra el último líder soviético, el reformador Mijaíl Gorbachov. El documento que sienta las bases del nuevo Estado, la Declaración de Independencia, que los diputados adoptaron con ovaciones por parte de varios cientos de miles de personas congregadas en el centro de Chisináu, prevé explícitamente que la lengua de la población autóctona y mayoritaria de la república es el rumano. Sin embargo, tres años más tarde, el Parlamento dominado por la izquierda adoptó una constitución que, en su artículo n.º 13, estipulaba que la lengua oficial era la denominada lengua moldava. Los diputados recuperaban, de esta manera, un concepto que nada tenía que ver con la historia o la lingüística, sino únicamente con la ideología soviética. Durante casi medio siglo de ocupación, la lengua fue la principal herramienta que los soviéticos utilizaron para modelar un pueblo diferente del rumano. Los escritores rumanos, con muy pocas excepciones, no se estudiaban en las escuelas, los libros y la prensa rumanos faltaban por completo en la república. Para tener una carrera durante el período soviético, uno tenía que dominar, ante todo, la lengua rusa. Los lingüistas, en cambio, tanto rumanos como extranjeros, siempre han sido tajantes: lo que se habla ahí es apenas una variedad del idioma rumano y no puede aspirar ni siquiera al estatus de dialecto, como los que se hablan en los Balcanes: el arrumano, el meglenorrumano y el istro-rumano.
El hecho de que, durante más de tres décadas de independencia, la falsedad siguiera siendo cultivada tenazmente por una parte de la clase política tuvo una motivación clara. El reconocimiento de la identidad lingüística habría hecho que el asunto de la reunificación con Rumanía se volviera agudo, y los políticos de Chisináu habrían bajado de rango. En una Rumanía reunificada, el presidente del país habría sido como mucho ministro, los ministros habrían sido subdelegados del Gobierno y los diputados habrían sido concejales.
Apenas cuando el partido presidencial Acción y Solidaridad (PAS) ganó tajantemente las elecciones parlamentarias anticipadas de hace dos años, se formó en el Parlamento la masa crítica capaz de acabar con esta situación absurda. A pesar de la oposición vehemente de la minoría parlamentaria prorrusa (comunistas, socialistas, populistas), los diputados prooccidentales del Partido Acción y Solidaridad (PAS) decidieron que el sintagma «lengua rumana» sustituyera el sintagma «lengua moldava» en toda la legislación de la República de Moldavia, Constitución incluida. La ley hace efectiva una sentencia del Tribunal Constitucional de Chisináu, según la cual la lengua rumana es la lengua oficial en la República de Moldavia. Los jueces del Constitucional fallaron que la Declaración de Independencia tenía valor de texto constitucional y era parte integrante de la ley fundamental.
Traducción al español: Gabriela Ristea