El rey Miguel ha cumplido 95 años
El último rey de Rumanía, Miguel I, ha cumplido 95 años.
Bogdan Matei, 26.10.2016, 14:52
En una época en la que la prensa concede amplios espacios a los políticos antes de la campaña para las elecciones legislativas del 11 de diciembre o a unas falsas estrellas, el 95 aniversario del último rey de Rumanía ha pasado casi desapercibido. El martes por la tarde tuvo lugar en el Ateneo Rumano un concierto en honor del rey Miguel. La mayor de sus cinco hijas y custodia de la Corona, la princesa Margarita de Rumanía, habló del papel de la dinastía en la historia del país y el código moral que el rey Miguel ha seguido toda su vida:
“El aniversario de Su Majestad tiene lugar en el año en que se han cumplido 150 años en los que la Corona Rumana ha servido a la historia de Rumanía, a la identidad y a la continuidad de la nación. El rey Miguel ha vivido casi un siglo con el sentido del deber, con fe y con amor al país.”
Nunca ha habido alguna señal de orgullo en la actitud del último jefe de Estado de la época de la Segunda Guerra Mundial que vive todavía. No ha habido nada de egolatría en el discurso de una persona de una notable longevidad biológica, que ha hecho historia y que, siendo fiel a sus principios democráticos y a las tradicionales alianzas con Estados Unidos, el Reino Unido y Francia, fue irreducible adversario del nazismo y del comunismo, y llegó a ser a los tan solo 30 años, indeseable para Hitler y Stalin. El soberano nació el 25 de octubre de 1921 y subió al trono en septiembre de 1940. Considerado inmaduro y mediocre, ignorado y despreciado por el hombre fuerte de la época, el general y posteriormente mariscal proalemán Ion Antonescu, el rey Miguel se quedó durante mucho tiempo en la sombra. No lo apoyó, pero tampoco se pudo oponer a ninguno de los errores de Antonescu, a las políticas antisemitas, a la decisión de seguir fiel a todo riesgo a la alianza con la Alemania nazi y a los compromisos ante Hitler. Pero el 23 de agosto de 1944, cuando el Ejército Rojo había entrado ya en Rumanía y amenazaba con eliminar Bucarest del mapa, con un valor increíble, el rey decidió detener al mariscal y decidió también la salida del país del Eje y su unión a la coalición antinazi. Hoy los historiadores son casi unánimes: la decisión de Miguel sacudió la máquina de guerra alemana y acortó la guerra en medio año, reduciendo también las pérdidas de vidas humanas y las pérdidas materiales en Europa. El rey Miguel se vio obligado a abdicar y a exiliarse el 30 de diciembre de 1947, en un momento en que el país estaba liderado por un gobierno comunista maniquí y se encontraba prácticamente bajo la ocupación militar soviética. Para sobrevivir en el extranjero, el soberano destronado no vaciló en reparar coches, cultivar la tierra en una granja y criar gallinas. Se vio sometido permanentemente a la persecución coordinada por la Securitate, la policía política del régimen comunista de Bucarest. Expulsado de la patria a los 26 años, el rey pudo volver a los 75, tras la revolución anticomunista. La discreción, la elegancia, la humildad que siempre han acompañado su imagen pública inspiran respeto a la mayoría de los rumanos. Algunos de ellos, en un doloroso ejercicio de historia, se preguntan muchas veces cómo habría sido la Rumanía actual sin la abdicación de 1947, sin la sangrienta dictadura comunista y la incoherente transición que la siguió.