Día del Ejército rumano
El 25 de octubre del año 1944, durante la Segunda Guerra Mundial, el ejército tomaba el control de la ciudad de Carei liberando así la última franja de tierra rumana del norte de Transilvania que hasta entones se había encontrado bajo ocupación húngara. Tanto los protagonistas de aquellos momentos como los historiadores dicen que dicho acontecimiento histórico se podría haber producido mucho antes si los oficiales no hubiesen preferido que las tropas descansaran varios días antes del asalto final para que la victoria coincidiera con el aniversario del rey Miguel I, que en aquel tiempo era también el comandante del Ejército.
Bogdan Matei, 25.10.2019, 18:20
El 25 de octubre del año 1944, durante la Segunda Guerra Mundial, el ejército tomaba el control de la ciudad de Carei liberando así la última franja de tierra rumana del norte de Transilvania que hasta entones se había encontrado bajo ocupación húngara. Tanto los protagonistas de aquellos momentos como los historiadores dicen que dicho acontecimiento histórico se podría haber producido mucho antes si los oficiales no hubiesen preferido que las tropas descansaran varios días antes del asalto final para que la victoria coincidiera con el aniversario del rey Miguel I, que en aquel tiempo era también el comandante del Ejército.
Tres años más tarde, cuando el país estaba prácticamente bajo ocupación militar soviética, y dirigido por un Gobierno comunista marioneta, el rey Miguel se vio obligado a abdicar y a exiliarse en occidente, de donde solo podría volver después de la revolución del año 1989. El día 25 de octubre entró definitivamente en la conciencia pública y en el calendario como el Día del Ejército rumano. Cautivos en el campo de concentración soviético casi medio siglo, los rumanos pudieron convalidar su vocación occidental sólo después del año 2000, al final de la transición poscomunista. En el mes de marzo del año 2004, fecha de la más amplia extensión hacia el este de la más exitosa alianza política y militar de la historia, Rumanía se adhirió a la OTAN. Era el final de una senda por la cual Rumanía se había encaminado desde el mes de octubre del año 1990, cuando estableció relaciones diplomáticas con la OTAN, continuando con la solicitud de adhesión que presentaría tres años después. Desgarradas en plano interno por disputas voraces, la clase política rumana y la opinión pública en su conjunto dieron prueba en aquel tiempo de un consenso destacado. En el poder o en la oposición, de derecha o de izquierda, todos los partidos importantes suscribieron sin la mínima hesitación el objetivo de la integración europea y euroatlántica, la única garantía de prosperidad y seguridad para Rumanía. Conviene decir que a la hora de adherirse, el jefe de Rumanía era Ion Iliescu, antiguo ministro comunista que había estudiado en Moscú y había sido acusado de ser rusófilo.
La importancia geoestratégica, el potencial militar destacado y una opinión pública profundamente prooccidental fueron y serán siempre los más convincentes argumentos de la pertenencia de Rumanía a la OTAN, reforzada también por una asociación estratégica privilegiada entre Rumanía y Estados Unidos. Rumanía alberga bases militares estadounidenses y componentes del escudo antimisiles y sus soldados participan frecuentemente en maniobras y misiones internacionales al lado de sus colegas estadounidenses. Alrededor de mil militares participan en misiones externas y cabe subrayar que años atrás, su número superaba la cifra de 2500. Alrededor de 30 militares rumanos perdieron la vida y 180 resultaron heridos en los teatros de operaciones externas.