Conflicto en la dirección del principal partido del Gobierno
Continúa la dura polémica entre las más influyentes personas del PSD, el principal partido del Gobierno de Rumanía.
Bogdan Matei, 10.09.2018, 15:04
Son poco frecuentes en la democracia rumana después de la caída del comunismo las victorias electorales tan categóricas, pero tan difíciles de gestionar como aquellas que obtuvo el PSD en 2016. El partido ganó entonces claramente las elecciones locales. Una experiodista, tan popular como controvertida, que había entrado en el ámbito político desde hacia casi cuatro años, Gabriela Firea, se convirtió en la primera alcaldesa y miembro del PSD en Bucarest, ciudad en la que tradicionalmente dominaba la derecha. La participación electoral en la capital fue de solamente un 32%, por debajo del promedio nacional del 48%, y los alcaldes fueron elegidos en una sola vuelta electoral, lo que según los analistas, afectaba su legitimidad. Pero en la percepción pública, nada pudo afectar a la victoria de Gabriela Firea. Seis meses más tarde, el PSD ganó categóricamente, con más de un 40% de los votos, las elecciones parlamentarias y volvió a la dirección junto con la ALDE, después de solamente un año de gobernación tecnócrata.
Considerado el estratega y el principal autor de esta victoria, el líder del PSD, Liviu Dragnea, era considerado de forma no oficial la persona fuerte de la coalición. Pero la gobernación ha sido mucho más difícil para los socialdemócratas. Al convertirse después de sólo medio año en una persona indeseable para Dragnea, el primer ministro Sorin Grindeanu fue destituido mediante una moción de censura iniciada por su propio partido, una situación sin precedentes en Rumanía. El siguiente primer ministro, Mihai Tudose, resistió solamente un semestre, y fue convencido por sus compañeros de que presentara su dimisión y dejara la dirección del Gobierno a Viorica Dăncilă.
Siempre ha habido socialdemócratas que han criticado la forma de administrar de Dragnea, pero ellos han sido expulsados del partido u obligados a hacer penitencia. Pero ninguno de los opositores ha tenido la visibilidad mediática y la vehemencia de Gabriela Firea. Lo que provocó la crisis fue la intervención forzosa de los gendarmes en la manifestación antigubernamental del 10 de agosto, cuando centenares de manifestantes resultaron heridos y más de 100.000 personas, la mayoría de ellas pacíficas, respiraron gas lacrimógeno. Firea pidió la dimisión de la ministra del Interior, Carmen Dan, considerada la protegida de Dragnea, y defendió a la prefecta de Bucarest, Speranţa Cliseru. Después se lanzaron acusaciones recíprocas entre los más conocidos socialdemócratas. Es inadmisible que un miembro del PSD se una a aquellos que atacan al partido, ha afirmado Dragnea. Sigue deseando que haya una dirección única y un estilo autoritario, ha reaccionado Firea.
Numerosos analistas opinan que en el contexto de la dura crisis de imagen del partido, la alcaldesa de Bucarest intenta de hecho crear un perfil propio, distinto de la actual dirección del PSD, para poder aspirar a un nuevo mandato. Ellos también consideran que este paso es cínico, pero sabio. Esto porque al ser condenado ya a prisión en régimen abierto en un expediente, Dragnea está esperando la sentencia definitiva en otro caso y podría salir así de la vida pública.