Antes de las elecciones de la República de Moldavia
Tensiones políticas sin precedentes prologan las elecciones parlamentarias del próximo domingo de la República de Moldavia, exsoviética, con mayoría de rumanohablantes.
Bogdan Matei, 22.02.2019, 15:00
Más de 4 años después del más reciente escrutinio legislativo celebrado a finales del 2014, el Parlamento de Chisináu contará con una nueva composición. Los comicios del próximo 24 de febrero tendrán lugar en base al sistema electoral mixto en el que 50 diputados se elegirán por listas de partidos y los 51 restantes por circunscripciones electorales uninominales, en una sola vuelta electoral. Paralelamente a las elecciones también se celebrará un referéndum sobre la reducción del número de diputados de 101 a 61, así como la posibilidad de revocarlos por parte de los ciudadanos. Las autoridades han abierto un número récord de colegios electorales en el extranjero, pero la sociedad civil señala que no son suficientes ya que hay más de 800.000 ciudadanos con derecho a voto. Ellos suman un tercio del número total de electores y estarán representados en el Parlamento por tan sólo tres diputados.
Al igual que en las elecciones pasadas, en la República de Moldavia creada en una parte de los territorios rumanos orientales anexionados por la antigua Unión Soviética, en 1940, tras un ultimátum, el escrutinio no será sólo una elección política sino también geopolítica. Los resultados de los sondeos sobre la intención de voto indican que tan sólo cuatro formaciones políticas accederían al nuevo Legislativo de Chisináu. Los favoritos son los socialistas filorrusos del presidente Igor Dodon, con casi un 40% de las opciones, seguidos por el bloque ACUM de la derecha proeuropea, con un 25% y por el Partido Demócrata, de centro-izquierda, principal partido del Gobierno de coalición, declarado prooccidental, con un 15%.
Según señalan los corresponsales de Radio Rumanía en Chisináu, nunca ha habido tanta tensión en una campaña electoral. Los líderes de ACUM, Maia Sandu y Andrei Nastase, han acusado al Gobierno de envenenarles con mercurio. Ambos se hicieron pruebas y descubrieron que tenían un exagerado nivel de metales pesados en la sangre, sin que haya una explicación natural.
A su vez, el presidente Dodon ha alentado a sus simpatizantes a prepararse para acciones de protesta y ha acusado al Partido Demócrata, en el Gobierno, de haber preparado ciertas medidas extremas en contra de él y de los socialistas. Después de reunirse con Dodon, el embajador de Estados Unidos, Dereck Hogan, ha advertido a los ciudadanos estadounidenses sobre el riesgo de un desorden en masa después de las elecciones. En nombre de la Rumanía vecina, el embajador de Chisináu, Daniel Ionita, ha reiterado que la República de Moldavia “fue, es y seguirá siendo una prioridad de la política exterior” de Bucarest. Una prioridad cada vez más de difícil de gestionar, según admiten los responsables políticos rumanos y acusan, sin ningún miramiento, los analistas. Éstos recuerdan que hace cinco años Chisináu firmaba con Bruselas acuerdos de asociación y libre cambio y hoy en día la situación de la República de Moldavia se distancia cada vez más de las normas y exigencias europeas.