Reconciliación con el pasado
Después de más de 25 años desde la caída de la dictadura, los rumanos todavía están intentando gestionar la herencia traumática del comunismo
Bogdan Matei, 27.01.2015, 15:34
Hace exactamente 26 años, el 26 de enero de 1989, Rumanía aguantaba por última vez las ceremonias gigantescas organizadas con motivo del cumpleaños del dictador comunista Nicolae Ceauşescu. En los demás países que estaban detrás del Telón de Acero, los regímenes comunistas se estaban derrumbando como las piezas de un dominó. Pero la tiranía de Bucarest, defendida por una policía política feroz, la «Securitate”, parecía invulnerable. El frío, el hambre y el miedo con los que vivían los rumanos se habían quedado detrás de la propaganda que alimentaba al culto de la personalidad de Ceauşescu. En menos de un año, en diciembre de 1989, todo acabó.
Los rumanos salieron a la calle y la policía política atacó primero a los manifestantes, para abandonar después a su comandante supremo. Ceauşescu huyó en helicóptero, fue capturado, brevemente juzgado y ejecutado. Así acabó casi medio siglo de dictadura comunista instalada inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial por las tropas de ocupación soviéticas. Mientras tanto, cientos de miles de rumanos, demócratas y nacionalistas, ortodoxos o católicos, campesinos o universitarios, militares o estudiantes, trabajadores o sacerdotes, habían pagado el haberse enfrentado al comunismo. La represión más dura fue en los años 50, cuando el predecesor de Ceauşescu, el estalinista Gheorghe Gheorghiu-Dej, tuvo que consolidar su régimen en un país en el que, durante el período de entreguerras, el futuro partido único ni siquiera tenía mil miembros y al comunismo le faltaba totalmente la popularidad.
El nuevo presidente de Rumanía, el liberal Klaus Iohannis, ha visitado este 26 de enero los archivos de la antigua policía política comunista que están cerca de Bucarest. Los expedientes «guardan en sus páginas incontables vidas de personas inocentes” y representan «parte de la historia” de Rumanía, según ha subrayado el presidente. El custodio de esos expedientes, el Consejo Nacional para el Estudio de los Archivos de la Securitate tiene, después de las instituciones similares de Alemania y Polonia, el tercer archivo más grande procedente de los antiguos servicios secretos comunistas, ha añadido Iohannis.
El presidente ha abogado nuevamente por la creación de un Museo del Comunismo, como parte del conocimiento más profundo de la historia reciente y de la reconciliación con el pasado. Hace casi diez años, el predecesor de Iohannis, Traian Băsescu, condenaba oficialmente al régimen comunista, a través un gran informe realizado por los especialistas, considerándolo criminal e ilegítimo. Aunque fue importante desde el punto de vista político, quedó como un gesto puramente platónico.
En Rumanía nunca se ha adoptado una ley que limite el acceso de los antiguos comunistas a cargos directivos, como ocurrió en otros países como la República Checa o la antigua RDA. Excepto a algunos colaboradores de Ceauşescu, que fueron detenidos inmediatamente después de la Revolución, y a algunos torturadores, que son hoy octogenarios y que están acusados por la Fiscalía, nadie ha tenido que pagar por los crímenes del comunismo, los más crueles de la historia de Rumanía.