Novedades y problemas del nuevo curso escolar
El nuevo curso escolar empieza, en Rumanía, marcado por la incertidumbre.
Bogdan Matei, 05.09.2022, 11:44
Casi tres millones de alumnos y niños en edad preescolar de Rumanía han vuelto este lunes a las aulas. Dado que los expertos temen que la reapertura de las escuelas pueda generar una nueva ola de la pandemia de COVID-19, el Ministerio de Sanidad ha reiterado sus recomendaciones relativas a llevar mascarilla de protección en los espacios cerrados y concurridos. Los docentes deben identificar a los alumnos enfermos y dirigirlos al consultorio. Los profesores o los padres informarán de los contagios con el nuevo coronavirus a la dirección de cada centro de educación. Los médicos recomiendan, igualmente, lavarse las manos lo más a menudo posible y desinfectar a diario las superficies y los objetos que los niños utilizan frecuentemente.
Por lo demás, el nuevo curso escolar trae novedades, decididas por el Ministerio competente y, al menos parcialmente, mal recibidas por profesores, alumnos y padres. En vez de los dos semestres que la normativa estipuló durante mucho tiempo, habrá cinco módulos de aprendizaje, que alternarán con cinco vacaciones. Las pruebas escritas de final de semestre dejarán de ser obligatorias y, en vez de medias semestrales en cada asignatura, habrá una media única, la anual.
Otra modificación que entrará en vigor este curso escolar consiste en eliminar las disposiciones relativas a la expulsión de los alumnos, en el actual contexto en que estudiar 12 cursos es obligatorio en Rumanía. Esta medida se mantiene únicamente para la educación postinstituto, que es opcional. Igualmente, a partir de este curso escolar, la media correspondiente al quinto, sexto, séptimo y octavo curso se dejará de tomar en cuenta a la hora de calcular la media de ingreso en el instituto.
Estas novedades representan sólo una parte del paquete de reformas que promueve Sorin Cîmpeanu, el ministro liberal de Educación del Gobierno integrado por el PSD, el PNL y la UDMR. Personaje relativamente longevo en un cargo ostentado por decenas de personas en las tres décadas de poscomunismo, el ministro es muy criticado por la gente del sistema, desde académicos hasta docentes de distintas provincias, y desde rectores de universidades hasta asociaciones de alumnos. Varias peticiones que exigen su dimisión han juntado, con relativa rapidez, decenas de miles de firmas. El nerviosismo y la frustración del sistema son obvios, conclusión que también se desprende de la más reciente encuesta realizada por la organización World Vision. Dos de cada tres profesores rumanos señalan que el currículo escolar sigue estando demasiado cargado y el abandono escolar es, un año más, un problema no solucionado. A causa de la pobreza, el 35% de los adolescentes no tienen suficiente material escolar y libros para estudiar. Uno de cada diez padres retira a al menos un hijo del colegio, de manera temporal o definitiva, porque no puede con los gastos. La mitad de los docentes afirman que los desanima la falta de implicación de los padres en la educación de sus hijos. El 65% manifiestan que hace falta más dinero para los laboratorios escolares y para los espacios asignados a las actividades deportivas.
En resumidas cuentas, estamos ante un panorama desolador de la «Rumanía educada», el título de un programa patentado hace muchos años y lanzado por el Presidente del país, Klaus Iohannis, que fue él mismo profesor de física en Sibiu (centro), antes de dar el salto a la política.
Traducción al español: Gabriela Ristea