Liviu Dragnea, final de carrera
Después del revés sufrido en las elecciones al Parlamento Europeo, el Partido Social Demócrata (PSD), en el poder, recibe otro golpe: su líder, Liviu Dragnea, finalmente ha sido condenado a prisión.
Ştefan Stoica, 28.05.2019, 14:00
Liviu Dragnea, el número tres en el Estado rumano, como presidente de la Cámara de Diputados, pero el número uno desde un punto de vista político, como líder del PSD, el partido más grande del país, ha sido finalmente condenado a tres años y medio de prisión y encarcelado .
Los jueces del más alto tribunal de Rumanía han mantenido la sentencia dictada por una instancia inferior hace casi un año en el caso de los empleos ficticios en la Oficina de Asistencia Social y Protección Infantil de la provincia de Teleorman. Dragnea es culpable de instigar al abuso de poder. En su calidad de presidente del Consejo Provincial de Teleorman, instó a los jefes de la Dirección a contratar a dos miembros del PSD que en realidad trabajaron para su partido durante muchos años. Esta es la segunda condena penal para el exlíder socialdemócrata. También fue condenado a dos años de cárcel sin cumplimiento por fraude electoral en el referéndum de 2012 sobre la destitución del expresidente Traian Basescu.
Esta condena le impidió ocupar el cargo de primer ministro después del triunfo electoral en los comicios parlamentarios de 2016, cuando el PSD obtuvo el 45% de los votos. Nunca ha liderado oficialmente el Gobierno de PSD-ALDE, constituido en aquel entonces, pero siempre lo ha controlado con autoridad. Cambió a dos primeros ministros que dieron señales de desobediencia, el primero por una moción de censura contra su propio Ejecutivo, un gesto sin precedentes en la política rumana. También con mano fuerte ha liderado el Parlamento consiguiendo imponer una serie de reformas legales destinadas a suavizar las leyes contra la corrupción. Su único objetivo habría sido evitar la cárcel. Estas son las acusaciones que vienen repitiendo desde hace años el presidente Klaus Iohannis, la oposición de derecha, periodistas, observadores, analistas independientes y, por último pero no menos importante, las personas que han protestado constantemente durante los últimos dos años y medio contra los cambios en cascada de las leyes de Justicia y los códigos penales a través de decretos o iniciativas legislativas. La mayoría de estos cambios ponen en peligro la independencia del poder judicial y la lucha contra la corrupción, advirtieron las instituciones europeas.
Cuando tiene problemas legales, la gente común recurre a abogados. Liviu Dragnea tenía un ejército de abogados, pero intentó desesperadamente, dicen sus críticos, hacer algo más que defenderse: subordinar a aquellas instituciones que podrían haberlo ayudado a deshacerse de los problemas con la justicia. Perseguiría, a escala nacional, lo que estaba haciendo sin obstáculos en Teleorman, cuando era el presidente del Consejo Provincial. En tales provincias pobres, el Estado a través de sus instituciones y agencias locales es el mayor empleador porque no hay inversores que aseguren el empleo privado. Los líderes políticos influyentes como Dragnea pueden decidir todo lo que quieran incluso los empleos ficticios, según lo han demostrado los fiscales de la Fiscalía Anticorrupción. Esta es la esencia del proceso que condujo a la condena de Dragnea.
Sarcástico, un periodista ha dicho que casi lamenta la condena de Dragnea porque sentía mucha curiosidad por ver la ejecución política de Liviu Dragnea en su propio partido después del fracaso electoral en los comicios al Parlamento Europeo. Un fracaso fácilmente atribuible al exlíder quien atrajo la ira de los votantes del PSD. Liviu Dragnea es el funcionario de más alto rango condenado por corrupción en la Rumaniía poscomunista. El abridor de caminos también fue un socialdemócrata, el ex primer ministro Adrian Năstase.