La UE y la ayuda estatal
Bruselas autoriza a Rumanía a cubrir los gastos que implican el cierre de otras dos minas no competitivas.
Bogdan Matei, 25.11.2016, 14:42
La Comisión Europea ha aprobado el plan de Rumanía de destinar casi 450 millones de lei, el equivalente de unos 100 millones de euros, para la clausura de dos minas de carbón no competitivas del Valle del Jiu (en el sudeste de Rumanía), Lonea y Lupeni. Según indica un comunicado de los representantes de Bucarest del Ejecutivo comunitario, la medida respeta las reglas europeas, es decir que los países miembros pueden conceder ayuda estatal para el cierre de las minas y para aliviar el impacto social y medioambiental. Más de la mitad de la suma será destinada para la compensación salarial de los trabajadores que pierden su empleo por el cierre de las minas y para programas de formación así como para las obras necesarias en el subterráneo, la rehabilitación de la zona y el cultivo de los terrenos. El resto del dinero será para cubrir las pérdidas de producción hasta el cierre, según añaden los representantes de la Comisión Europea en Bucarest.
Las minas Lonea y Lupeni son unidades del Combinado Energético de Hunedoara y su cierre debe realizarse antes de finales del año 2018. En el marco del Combinado Energético de Hunedoara trabajan miles de empleados en dos termocentrales y en cuatro minas de carbón. El cierre de las dos minas es sólo un episodio de la larga agonía de la minería rumana. Privilegiada, por razones tanto pragmáticas como ideológicas, en el período de la dictadura comunista, la industria minera aseguraba la vitalidad de la economía. Los mineros tenían sueldos excelentes en comparación con otras categorías socio-profesionales, pero el duro trabajo bajo tierra, alienado e inhumano los había transformado en una masa de maniobra imprevisible. En 1977, en el Valle del Jiu se registró una de las pocas rebeliones colectivas contra el régimen comunista de la época. 13 años más tarde, inmediatamente después de la Revolución anticomunista, también del Valle del Jiu, trenes llenos de mineros adeptos del presidente de izquierda Ion Iliescu que había acusado una tentativa de golpe de Estado de la extrema derecha, partían hacia Bucarest. Durante tan sólo 2 días, el 14 y 15 de junio de 1990, los mineros se apoderaron de la capital y no obedecieron a ninguna autoridad legal. Su acción se saldó con 700 heridos, más de mil personas detenidas abusivamente y al menos 6 muertos. La universidad profanada, las sedes de los partidos de la oposición y de los periódicos independientes devastadas completan el cuadro de la invasión minera. Aunque han pasado casi tres decenios, el Valle del Jiu todavía no ha encontrado su identidad. Improductivo y contaminante, el sector minero restringió poco a poco su actividad, desde la mitad de los años 90 cuando el Gobierno cerró las primeras minas. Tras haber recibido la compensación salarial, una parte de los mineros intentó abrir pequeños negocios, muchos regresaron a sus lugares de nacimiento, lejos del Valle del Jiu y otros se fueron a trabajar en el extranjero. Según afirman los expertos, también los mineros que trabajaban en las minas de Lonea y Lupeni harán lo mismo.