La repatriación de la reina madre Elena
A finales de esta semana, los restos de la reina Elena serán sepultados en Curtea de Argeş, donde reposan los cuerpos de todos los reyes de Rumanía.
Roxana Vasile, 18.10.2019, 15:37
«La reina de los cuatro exilios». Así es conocida la reina madre Elena, cuyo cuerpo será repatriado en Rumanía, su país de adopción, donde se quedará para siempre. Los restos de la reina han sido traídos de Suiza para ser enterrados en la necrópolis real en Curtea de Arges, en el sur de Rumanía, junto con su hijo, el rey Miguel I, y también con las otras cabezas coronadas del país: Carlos I, Fernando I y Carlos II, así como las reinas Isabel, María y Ana.
El primer exilio de Elena ocurre en 1910, cuando toda la familia de la princesa nacida el 3 de mayo de 1896 se ve obligada a abandonar su Grecia natal, a causa de un golpe de Estado contra su abuelo, el rey Jorge I de Grecia.
Siete años más tarde, en 1917, después de la abdicación de su padre Constantino I, la familia de Elena se ve obligada nuevamente a abandonar el reino de Grecia y establecerse en el extranjero.
En 1921, Elena se casa con el futuro rey Carlos II de Rumanía y da a luz a su único hijo, Miguel, pero siete años después se divorcia como resultado de la infidelidad de su esposo. El tercer exilio le fue impuesto a la reina madre precisamente por Carlos II, por lo que Su Alteza Real se fue a finales de 1931 a Alemania.
Luego se muda a Italia, donde permanece hasta 1940. El cuarto y último exilio comienza en enero de 1948, cuando la reina Elena deja Rumanía de forma permanente con su hijo, el rey Miguel I, obligado a abdicar bajo presión y amenazas del nuevo poder comunista establecido en Bucarest. La reina pasa los últimos años de su vida en Italia, luego en Suiza, cerca de la familia de su hijo. Muere el 28 de noviembre de 1982 y está enterrada en el cementerio Bois-de-Vaux en Lausana.
En una sola palabra, la problemática historia de la familia real griega y más tarde la de la familia real de Rumanía hicieron que la reina Elena tuviera un destino trágico. Pero aquellos que tuvieron el honor de conocerla dicen que la reina fue un ejemplo de integridad, dignidad, honor y sabiduría. Tenía una personalidad fascinante, discreta, elegante, con un refinado sentido del humor.
De ella aprendieron el rey Miguel y sus hijas una fe profunda en Dios, el amor por la familia y la compasión por los pobres. En la década de 1940, la madre del rey Miguel salvó a muchas personas de la ira de los nazis. Es por eso que el Yad Vashem Memorial otorgó póstumamente a la reina Elena, en 1993, el título de «Justo de las Naciones», un título que se otorga a aquellos que han luchado por el rescate de los judíos del exterminio.
La reina madre Elena también se opuso a los abusos de la ocupación soviética de Rumanía e intentó, junto con su hijo, quien era su consejero y confidente más cercano, mantener el país en el mundo libre. Lamentablemente, fue testigo del colapso de Rumanía. Ahora, tres décadas después de la caída del régimen comunista, la reina Elena regresará para siempre a su tierra, a Rumanía.
(versión española: Simona Sarbescu)