El nuevo Parlamento de Bucarest
El Legislativo bicameral electo el pasado 6 de diciembre ha empezado su actividad.
Bogdan Matei, 22.12.2020, 17:56
Salvo una excepción, han sido confirmados los escaños del Senado y de la Cámara de los Diputados obtenidos tras las elecciones de principios de mes, y las dos cámaras han quedado así legalmente constituidas. La nueva mayoría de centroderecha, que aspira a formar el futuro Gobierno, ha pasado una primera prueba y ha impuesto a sus candidatos a la dirección del nuevo Legislativo. En la Cámara de los Diputados, el ex primer ministro liberal Ludovic Orban, apoyado por el Partido Nacional Liberal (PNL), la Alianza entre la Unión Salvar Rumanía y el Partido Libertad, Unidad, Solidaridad (USR-PLUS) y la Unión Demócrata de los Húngaros de Rumanía (UDMR), ha derrotado al socialdemócrata Alfred Simonis. En el Senado, la exministra Anca Dragu, propuesta por la USR-PLUS y apoyada por el PNL y la UDMR, se ha convertido en la primera mujer presidenta de la cámara alta, tras superar a su contrincante, el senador del Partido Social Demócrata (PSD), Lucian Romaşcanu.
La aritmética parlamentaria no ha dejado lugar al suspenso. El PNL, la UDMR (ambas formaciones afiliadas al Partido Popular Europeo) y la USR-PLUS (afiliada a Renew Europe) tienen más votos que el PSD (afiliado al Partido Socialista Europeo) y los nacionalistas de la Alianza para la Unión de los Rumanos (AUR), que entran por primera vez en el Parlamento y aún no están afiliados a una familia política europea.
Tras las elecciones del 6 de diciembre, se eligieron 466 parlamentarios: 330 diputados y 136 senadores, según las listas presentadas por la Oficina Central Electoral. El PSD ocupa 47 escaños en el Senado y 110 en la Cámara de los Diputados, el PNL tiene 41 senadores y 93 diputados, la USR-PLUS 25 senadores y 55 diputados, la formación AUR 14 senadores y 33 diputados, y la UDMR 9 senadores y 21 diputados. Además, se han asignado 18 escaños, prácticamente de oficio, a los representantes de las minorías nacionales, que tradicionalmente se apoya con sus votos a la mayoría parlamentaria.
Los recién elegidos parlamentarios son aquellos que, en los próximos cuatro años, corregirán y adaptarán la legislación rumana a los desafíos sin precedentes que plantea la pandemia de la COVID-19 y la previsible crisis económica y social provocada por ella. Además, dicen los comentaristas, los nuevos senadores y diputados deberían rehabilitar el prestigio de sus propios cargos.
En una encuesta reciente sobre la confianza de los rumanos en las instituciones, la jerarquía está dominada por la Iglesia, el Ejército y la Academia Rumana y solo en los últimos puestos aparece el Gobierno (con tan solo un 13,7%), el Parlamento (un 9,5%) y los partidos políticos (un 9,1%). Los políticos que van de un partido a otro, el nepotismo, la incompetencia, el absentismo son defectos que la prensa y la opinión pública asocian frecuentemente con los parlamentarios y hacen aún más impopulares sus altos salarios y sus pensiones especiales. De derecha o izquierda, del poder o de la oposición, longevos o efímeros en la política, decenas de diputados y senadores han sido protagonistas de causas penales, y los nombres más famosos son los de los ex presidentes de la Cámara de los Diputados, los socialdemócratas Adrian Năstase y Liviu Dragnea y el liberal Bogdan Olteanu. Los tres llegaron tras las rejas por delitos de corrupción.