Cambio en la presidencia de Rumanía
Entrega y recepción en la presidencia rumana: Klaus Iohannis ha dejado el cargo y Ilie Bolojan ha tomado posesión del cargo. Una nota de Bogdan Matei.
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Bogdan Matei, 13.02.2025, 12:50
Klaus Iohannis finalizó el miércoles su segundo y último mandato como presidente de Rumanía, al que tiene derecho según la Constitución. Ilie Bolojan, quien se suspendió de la dirección del Senado y del PNL para volverse, al menos formalmente, políticamente neutral, asumió el cargo de jefe de Estado interino. El Tribunal Constitucional había declarado vacante el cargo de presidente de Rumanía con la dimisión de Iohannis el lunes y había establecido que el jefe del Senado asumiría el cargo interino.
Ilie Gavrilă Bolojan nació en 1969, en el distrito de Bihor (oeste de Rumanía, en la frontera con Hungría). Estudió mecánica y matemáticas. Se incorporó al PNL en 1993. Está considerado como uno de los mejores especialistas locales en administración pública local. Entre 2008 y 2020 fue alcalde de Oradea, elegido tres veces. Desde 2020 es presidente del Consejo del distrito de Bihor, cargo que ocupó hasta el año pasado, cuando se convirtió en senador. Como interino, Bolojan tendrá poderes limitados: no puede dirigir mensajes al Parlamento sobre los principales temas políticos del país, no puede iniciar el procedimiento de disolución de la Legislatura y no puede convocar un referéndum nacional.
Miembro de la minoría alemana en Rumanía, ex alcalde de Sibiu (centro), Klaus Werner Iohannis fue elegido presidente por primera vez en 2014 y recibió un segundo mandato cinco años después. El 21 de diciembre de 2024 debía salir, pero su estancia en la presidencia se prolongó luego de que el Tribunal Constitucional anulara todo el proceso electoral para elegir nuevo presidente. Las elecciones presidenciales se reanudarán en mayo; la primera vuelta tendrá lugar el día 4 y la vuelta decisiva el día 18. El balance de los dos mandatos de Iohannis se publicó en el sitio web de la Administración presidencial.
Según el documento, que tiene más de 1.500 páginas, durante su primer mandato habría apoyado constantemente la necesidad de fortalecer los mecanismos democráticos y combatir la corrupción. Fue él quien inició el proyecto «Rumanía Educada», que se materializó en su segundo mandato con la promulgación de nuevas leyes en la materia. Según la misma evaluación, en los últimos cinco años, Iohannis tuvo la misión esencial de guiar al país en medio de crisis sin precedentes: la pandemia de COVID-19 y la guerra en la vecina Ucrania.
Según investigaciones sociológicas, sólo el 5% de los rumanos todavía confía en Iohannis. Tanto los ciudadanos como los periodistas y los analistas afirman que durante su decenio al frente del Estado rumano no tuvo, en realidad, éxitos destacables. También le reprochan su arrogancia, su comodidad, su inclinación a la opulencia, sus innumerables viajes inútiles al extranjero y su escasa capacidad de comunicación. Lejos de los cambios de humor de la prensa local respecto a una figura política a la que glorificaba o demonizaba, el historiador británico Tom Gallagher, un gran experto en Rumanía, apunta que Iohannis era, de hecho, «un jefe de Estado casi inútil».
(version española: Simona Sarbescu))