Hacia Schengen, por etapas
El ingreso de Rumanía en el espacio Schengen vuelve al primer plano del debate público en Bucarest
Bogdan Matei, 12.12.2023, 10:27
Mientras los rumanos y los búlgaros no sean
admitidos en el espacio Schengen, de libre circulación, seguirán sintiéndose
ciudadanos de segunda clase de la Unión Europea, según llevan años advirtiendo
la prensa y la clase política de Bucarest y Sofía. La cuestión es tanto más
acuciante cuanto que la UE elige nuevo Parlamento el próximo mes de junio, y la
frustración causada por esta inmerecida exclusión alimenta la cuota electoral
de partidos euroescépticos o francamente antieuropeos en los dos países.
Rumanía y Bulgaria, miembros de la UE desde
2007, llevan más de una década retenidas en la antesala de Schengen, mientras
que Croacia, que no se incorporó a la UE hasta 2013, ya fue admitida en el
espacio de libre circulación hace un año. En esa zona, más de 400 millones de
personas pueden viajar libremente, sin controles en las fronteras interiores.
De los Estados miembros de la UE, sólo
Bulgaria y Rumanía y las islas de Chipre e Irlanda no forman parte del espacio
Schengen, que en cambio incluye a cuatro países no pertenecientes a la UE:
Suiza, Liechtenstein, Islandia y Noruega. Los Países Bajos han bloqueado hasta
ahora la solicitud de Bulgaria, mientras que Austria ha obstaculizado la
entrada de Rumanía.
El lunes, el ministro del Interior del Gobierno
conservador de Viena, Gerhard Karner, anunció que había presentado a la
Comisión Europea medidas que ésta debía implementar antes de que Austria aceptara
que Rumanía y Bulgaria se incorporasen a Schengen abriendo sus fronteras
aéreas. Es necesario avanzar, dijo, en la protección de las fronteras
terrestres exteriores de la UE, triplicando el número de agentes de policía.
También es necesario que la Comisión asigne fondos a las infraestructuras de
protección de las fronteras búlgaro-turcas y rumano-serbias. Además, el
ministro Karner pide que Rumanía y Bulgaria acojan a los solicitantes de asilo,
especialmente afganos y sirios, que puedan haber cruzado por estos países antes
de llegar a Austria.
En Sofía, el primer ministro, Nikolai
Denkov, citado por el corresponsal de Radio Rumanía, calificó inmediatamente de
inaceptables las exigencias austriacas y afirmó que su Gobierno se negaba a
acoger inmigrantes procedentes de Austria.
La clase política rumana reaccionó de forma
más flexible. El primer ministro socialdemócrata, Marcel Ciolacu, se felicitó
por el anuncio de Viena, que calificó de éxito personal. La oposición, sin embargo, lo tachó de
«disparo al aire», mientras a los rumanos no se les abran las fronteras
terrestres, donde esperan en colas interminables y donde la economía nacional
pierde decenas de millones de euros al día. Como diplomática profesional, la
ministra de Asuntos Exteriores, Luminița Odobescu, pidió prudencia y recordó
que también había que esperar el acuerdo del Parlamento holandés para levantar
el veto a Bulgaria, y solo entonces se iban a poder planificar las siguientes
etapas de la adhesión a Schengen.
Versión en español: Antonio Madrid