El primer ministro rumano en Ucrania
Los Gobiernos de Rumanía y de la vecina Ucrania tuvieron el miércoles en Kiev, por primera vez, una reunión conjunta. Una nota de Bogdan Matei.
Bogdan Matei, 19.10.2023, 11:14
La visita de un día de la delegación gubernamental rumana, encabezada por el primer ministro Marcel Ciolacu, a Ucrania, invadida por tropas rusas, condujo a la firma de un memorando sobre el fortalecimiento de la cooperación para garantizar el tránsito seguro de los productos ucranianos a los mercados mundiales. Éste también incluye un anexo sobre la estrategia de desarrollo de la infraestructura vial y los pasos fronterizos entre ambos países. La Comisión Europea acogió inmediatamente con satisfacción el acuerdo de Kiev, que confirma el apoyo constante de Rumanía a Ucrania para exportar su producción agrícola e industrial, una importante fuente de ingresos para los gastos de guerra. „Rumanía desempeña un papel esencial en el funcionamiento de los corredores de solidaridad y colabora de manera constructiva con todas las partes implicadas, incluso a través de la Plataforma Conjunta de Coordinación de los Corredores de Solidaridad entre la Unión Europea y Ucrania. La Comisión fomenta una cooperación tan estrecha entre los Estados miembros de la Unión y Ucrania“, según precisa un comunicado del Ejecutivo comunitario.
En la reunión entre los primeros ministros Marcel Ciolacu y Denis Şmîhal también se firmó un acuerdo sobre la construcción de un puente fronterizo sobre el río Tisza, así como documentos de cooperación en los sectores de la industria de defensa y la industria farmacéutica. En Kiev, el primer ministro rumano fue recibido por el jefe de Estado, Volodymyr Zelenski, y también conversó con el presidente del Parlamento, Ruslan Stefanciuk. Ciolacu recordó a los anfitriones que, para unirse a la Unión Europea, Ucrania debe respetar principios claros, incluidos los derechos de las minorías nacionales. Más de 400.000 personas de etnia rumana viven en el país vecino, la mayoría de ellos en el norte de Bucovina, el norte y el sur de Besarabia y la provincia de Gertsa, territorios del este de Rumanía anexionados en 1940, tras un ultimátum, por la Unión Soviética estalinista y tomados por Ucrania en 1991 como Estado sucesor.
Después de la invasión de Ucrania por las tropas rusas, muchos rumanos étnicos se fueron al frente bajo la bandera ucraniana. Por lo demás, la buena noticia que el primer ministro Ciolacu trajo de Kiev es que las autoridades ya no reconocen la llamada lengua moldava, que separaba arbitrariamente a los hablantes de rumano y acreditaba la existencia de dos minorías diferentes. Rechazado por todos los lingüistas auténticos, el concepto de lengua moldava apareció en los primeros años del régimen bolchevique, con una motivación puramente ideológica: la creación de una identidad étnica distinta de la rumana, que legitimaría las pretensiones imperialistas de Moscú. Incluso el último jefe de la policía política, la KGB, de la llamada República Socialista Soviética de Moldavia, el general Tudor Botnaru, reconoció, hace más de tres décadas, que „se hizo todo lo posible para disminuir el amor por una lengua literaria rumana, para que se promoviera el moldovanismo primitivo.“