Ecaterina Teodoroiu 100
Fue la mujer – soldado que no quiso quedarse detrás de la línea de combate. Con tan solo 23 años de edad cayó en la batalla de Mărăşeşti del mes de agosto de 1917.
România Internațional, 11.09.2017, 18:45
Ecaterina Teodoroiu es un ejemplo de sacrificio personal, heroína y símbolo de la Gran Guerra. Fue la mujer – soldado que no quiso quedarse detrás de la línea de combate. Con tan solo 23 años de edad cayó en la batalla de Mărăşeşti del mes de agosto de 1917.
Ecaterina Teodoroiu nació en 1894 en la provincia de Gorj en una familia de campesinos y creció junto a sus 5 hemanos y 2 hermanas. Fue una alumna muy aplicada y antes de entrar en un insttituto de Bucarest para hacerse maestra fue alumna de la Escuela Alemana de la ciudad de Târgu Jiu. Atendió también los cursos de una escuela para enfermeras y fue miembra de una organización de jóvenes llamada Cercetaşii României ”Los exploradores de Rumanía”
La entrada de Rumanía en la guerra el mes de agosto de 1916 fue recibida con entusiasmo por la población y muchos jóvenes se alistaron como voluntarios para defender los ideales de su generación. Ecaterina Teodoroiu fue una de estos jóvenes y optó por la variante mas dura de la guerra: pidió ser destinada al frente de la guerra. Se dijo que la muerte de uno de sus hermanos el otoño del año 1916 fue lo que le determinó a tomar una decisión tan radical. Su entusiasmo era no obstante una excepción para una mujer de aquella épcoa. El historiador Ioan Scurtu considera que su educación y la situación de Rumanía en aquel momento contribuyeron a la decisión de Ecaterina.
”Ella luchó en un momento diría yo simbólico de la historia de la participación de Rumanía en la guerra. Los vecinos de la ciudad Târgu consiguieron prohibir la entrada de las tropas alemanas en la ciudad. Ella fue el alma de aquella acción popular que determinó al ejército alemán que desistera de su objetivo. Alentada por este éxito, se fue a la guerra. Le rogó al general Dragalina, encargado de defender el Valle del rio Jiu que aceptara su entrada en el ejército como soldado activo. El general Dragalina aceptó y a partir del mes de octubre de 1916 ella participó en el combate. Fue herida dos veces, la segunda vez bastante grave. Fue internada en el hospital de Craiova, luego en el de Bucarest y en el de Iaşi. En Iaşi fue visitada por la reina Maria y con este motivo su nombre se dió a conocer como el de una persona muy especial. Fue la reina Maria quien le trajo a su lecho de muerte la condecoración ofrecida por el rey Fernando por su actos de gran valentía durante el otoño y el invierno de los años 1916 y 1917.”
Una mujer en el ejército y sobre todo una que luchaba en el frente era algo excepcional. Hemos preguntado a Ioan Scurtu cómo recibieron los soldados a Ecaterina Teodoroiu:
“De lo que he leído, he escrito también un libro sobre los héroes de la Primera Guerra Mundial, siendo Ecaterina Teodoroiu uno de ellos, la recibieron con mucho respeto y mucha consideración por su gesto singular. El hecho de que participaba en todas las actividades militares, no evitaba ningún tipo de trabajo u obligación respecto a la instrucción, el aprendizaje sobre las nuevas armas recibidas a principios del año 1917 por parte de los aliados, generó el sentimiento de respeto y mucho aprecio por aquella joven tan valiente y tan firme en su lucha por la patria.”
Por su participación en las luchas, Ecaterina Teodoroiu iba a ser condecorada e iba a recibir el grado de subteniente. El 22 de agosto, a las 21:15 horas, su regimiento fue atacado por el ejército alemán y los rumanos tuvieron que retirarse. Durante esta maniobra defensiva, la subteniente Ecaterina Teodoroiu fue alcanzada en la cabeza por dos balas de ametralladora en la colina de Secului-Muncel y murió. Hemos preguntado a Ioan Scurtu si el grado ofrecido fue simbólico, para alentar a la tropa, o se debió a sus méritos en el campo de batalla. La posteridad de la joven maestra estuvo a la altura de su sacrificio. Se convirtió en el símbolo femenino más fuerte de la Primera Guerra Mundial, según ha afirmado también Ioan Scurtu:
“A partir de 1917-1918, Ecaterina Teodoroiu se convirtió en una leyenda. Aquellos que estuvieron a su lado y lucharon en las mismas unidades hablaron de su comportamiento, su valentía y heroísmo. El hecho de que una mujer se implicara en la lucha fue un símbolo. Después de salir del hospital, le pidieron insistentemente que se quedara a trabajar para la Cruz Roja junto con otras señoras, siendo una de ellas la reina María, pero se negó. Dijo que su lugar estaba en el frente, para luchar con el arma en la mano. En 1921, cuando se cumplían 100 años desde la revolución de Tudor Vladimirescu, se organizó el traslado de su osamenta de la tumba de las batallas de Mărăşeşti a Târgu Jiu, donde la escultora Miliţa Pătraşcu construyó un sarcófago para ella. El rey Fernando, la reina María, el historiador Nicolae Iorga, el mariscal Alexandru Averescu, así como todos aquellos que tenían un papel en la dirección de Rumanía para la construcción del símbolo de los soldados rumanos, de los 800.000 soldados rumanos muertos en la guerra, intentaron destacar la personalidad de Ecaterinei Teodoroiu.”
El ejemplo de la “heroína de Jiu”, como ha sido denominada Ecaterina Teodoroiu, quizás diga poco a la actual generación. Pero lo más importante es que ella, como cualquier persona ordinaria de entonces, hizo la elección que creyó que era la mejor.